Poeta nacida en Medellín, pero residente en Itagüí. De profesión es
Diseñadora de modas, pero su vocación es la Poesía. “Las letras me desnudan en
concierto alfabético que cae como lluvia, obra impresionista en la hoja, espejo
que refleja las palabras onizadas y curvilíneas, que leen el mundo desde la
óptica de mi ser”. En síntesis, AURORA ALMAR escribe poesía “para pintar con
palabras el ADN del alma”.
TELÉFONOS: 377 40 85 − 3006737839
“QUERIDA YO”
Antología
Disyuntiva
Tus
besos son frontera
En
los causes del río
Culpa
que se ahoga
En
el santuario de hetera
Poso
que no avanza
El
temor lo hace frio
Danza
interrumpida
Que
la razón desvela
Soledad
sin refugio
Por
qué no está permitido
y
se mutilan las alas
Por
respetar
El
cómodo hastío
Tú
desde mí
Pareces
fugado
Del
baúl de mis sueños
Silencioso
espejismo
Deletreas
mi esencia
Sinfonía
de arcanos
Enarbolando
los pétalos
Bahías
de sombras
Purpuras
al vuelo
Emerges
entre lágrimas
Del
solitario cometa
Silencioso
sublime
En
revelación luminosa
Caracoleas
el trigo
Al
espigar los sentidos
Miel
que inciensa
Incorpóreas
espinas
Aterciopelas
el alma
De
agapantos y mirtos
Alondrico
deleite
Enguantas
el delirio
Filigranas
violáceas
Tejidas
en la albura de mi piel
Y
miro el espejo
La
imagen tú
Pareces
fugado
Del
baúl de mis sueños.
Incógnita
Querida
yo:
Nos
enfrentamos a la extinción del tiempo,
tengo
que pagarte, me debo la sonrisa
al
silencio, el grito desgarrador que ahogo
debajo
del asfalto, si llega la partida.
Ja,
ja ,ja… es la cobranza del justo, pues
los
castillos no resguardan las odas de terror,
los
templarios de carroña se fundirán con el caos.
Ja,
ja, ja… si Dios es la vida y la muerte la extingue,
¿quién
es el omnipotente? si la peste es mayor
y
los libres sucumben ¿la muerte dignifica la vida?
Ja,
ja, ja,… responda usted.
¿Qué
me debo?
Sutiles
suicidas
Impotencia
Quiero
fundirla en grito
Beberla
en piel de hojas de oprobio
Arrojarla
al misterio de inhumana niebla
Donde
tejen lonjas descarnadas iras
Enarbolando
ilusiones
En
mástiles de espuma
Suicidas
del alba
Celebran
la dicha
De
los que navegan
Carontescos
tronos
Dilapidan
lágrimas
De
la humilde brisa
Que
ingenua se entrega
Y
la encadena el lodo
Con
sutil sonrisa
Sin
percibir la estigia
Caudal
en sus hombros.
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