Este texto es tomado del sitio Web CONTRA CULTURA, El Salvador, San Salvador, publicado originalmente el jueves 9 de mayo de 2013.
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¿Cuánto ha influenciado
la obra poética de Roque Dalton a las generaciones posteriores?
El poeta Alfonso
Fajardo buscó el rastro daltoniano en la obra de poetas salvadoreños y nos
comparte lo que encontró.
San Salvador.- La
figura de Roque Dalton ha estado presente, de una u otra forma, en diversas
generaciones de poetas de El Salvador. Esa presencia se explica a través de las
dos facetas principales de Roque Dalton García, su faceta poética y la
política. Unidas, estas dos facetas, dan vida a un personaje fuera de lo común:
a un mito, a una leyenda. La combinación de ambas vidas –fórmula explosiva en
décadas anteriores– produce una suerte de big bang dentro de la historia
literaria de El Salvador. Un parteaguas. Un antes y un después de la poesía
salvadoreña. No obstante, esa presencia perenne de la figura de Dalton no
siempre ha sido resultado de su poesía de altos kilates. Su vida como poeta
revolucionario ha influido enormemente para que sea considerado un ícono de la
cultura de resistencia no solamente en El Salvador sino en toda Hispanoamérica.
La vida como revolucionario, sin embargo, tampoco ha sido escalera para que su
obra haya podido brillar con luz propia: su poesía vale por sí sola y no
necesita de grandes leyendas o mitos para valorar su grandeza.
El presente trabajo
pretende establecer el nivel de influencia literaria que ha ejercido la poesía
de Roque Dalton a través de varias generaciones de poetas. Es decir,
exclusivamente su influencia sobre poetas, grupos, talleres, promociones o
generaciones de poetas después de su irrupción en las letras nacionales,
verdadera ruptura dentro la historiografía poética nacional. Por lo mismo,
trataré de no comentar la influencia del personaje revolucionario. Es
importante –a 38 años de su muerte– volver sobre lo que en esencia fue Roque
Dalton: un poeta. La división de estas dos facetas, la literaria y la
revolucionaria, no persigue desvalorizar la parte política: hacerlo implicaría
seguir una línea equivocada que propugna considerar a Dalton como un ente
dividido de las fuerzas sociales para convertirlo en un poeta del oficialismo,
como lo quiso hacer el Estado durante la década de los noventa, queriéndose
apropiar de su figura desde un oficialismo que olvidaba su carácter de
revolucionario.
Frecuentemente se
considera que la figura de Roque Dalton ha permanecido incólume a través de
varias generaciones gracias a su fama de poeta revolucionario, sin tomar en
cuenta la dimensión propiamente literaria. Esta interpretación, a mi parecer,
lleva a equívocos más fuertes todavía, como es el de considerar la obra
daltoniana como de baja calidad, no merecedora de todos los aplausos y
homenajes que internacionalmente le brindan. Esta interpretación errada sobre
la figura del poeta nace de la mala lectura que no pocos hacen de su obra, o
del nulo acercamiento hacia su mejor obra, lo que unido a la lectura de sus
libros menos afortunados –desde el punto de vista meramente poético– hacen que
a Dalton se le considere un escritor que poco o nada tiene que ofrecer a la
poesía actual. Sobre este punto regresaremos al final de este trabajo, pues es
el motor del mismo.
I.
Generación
Comprometida
Empezaremos por
rescatar varias opiniones sobre la obra daltoniana de algunos de los miembros
de la Generación Comprometida, bautizada así por Ítalo López Vallecillos. En
principio, pareciese poco probable que escritores de una misma generación se
influencien unos a otros, o que exista un poeta que logre influenciar de una u otra
manera al resto de su generación. Esto es así debido a que usualmente los
miembros de una misma generación se ven como iguales, como hijos-hermanos de
una misma madre-época, de manera tal que –en términos generales– no suele
existir influencia literaria alguna en una misma generación. Sin embargo, para
los efectos del presente trabajo, es importante recoger algunas opiniones que
los mismos compañeros de generación de Dalton han establecido a través del
tiempo, sobre todo porque es durante esta época que empieza a gestarse la gran
obra de Roque, obra que en vida fue objeto de alabanzas y reconocimientos.
Bastan tres opiniones
para enmarcar el pensamiento crítico de sus colegas de generación. José Roberto
Cea, en 1971, manifestaba sobre Dalton: «En algunos poemas su lenguaje pierde
validez, lo invade la retórica, ese falso lenguaje que todo lo entrega al
vacío, sin vida… ha perdido el contacto con nuestra realidad; en sus últimos
poemas sobre El Salvador y las cárceles de aquí, encontramos un vacío, todo es
metafísico[1]». Nótese que la fecha reseñada por Lara Martínez es de 1971, es
decir, dos años después que Roque ganara el Premio Casa de las Américas con su
libro Taberna y otros lugares.
Manlio Argueta, en el
prólogo de la Poesía escogida de Roque Dalton, dice: «… la poesía del compañero
poeta se vuelve cada vez más joven, a medida que penetra en el tiempo, y en las
conciencias, y en las soluciones humanas. La lectura de sus poemas requiere de
una complicidad –o afinidad– ideológica. Y desde ese punto de vista su
literatura tiene una desventaja en vías hacia la comunicación; su poesía se
convierte en una poesía para el mañana, que es el hoy y el futuro hermoso de
nuestros pueblos centroamericanos. Como escritor de ruptura que es, requiere un
crítico y un lector de ruptura, que no vaya hacia el envejecimiento sino hacia
la esperanza que nunca se momifica. Su poesía no podrá explicarse sin
comprender integralmente el proceso histórico-político, social y cultural de
Centroamérica [2]».
Tirso Canales, al comentar
el que para muchos es el mejor libro de Dalton, dice: «Experimenta nuevas
modalidades de técnicas poéticas, con recursos que ha logrado depurar en los
años cercanos, o sea los de 1966/69, mientras vive en Praga. Manifiesta en esa
obra sus conflictos ideológicos de militancia, sus acuerdos y desacuerdos con
organizaciones a las que perteneció. Están igualmente dichos sus juicios sobre
posiciones políticas que le interesan desde distintos puntos de vista… En este
sentido es necesario subrayar el abuso que en El Salvador se hace del
pensamiento de Roque Dalton, al presentarlo como alguien que no registra
incidencias del devenir histórico y político de esta sociedad en relación con
sus ideas personales. Yo pienso que se trata de una manifestación de desinterés
por investigar y conocer el fondo de los fenómenos. Mala práctica no hay de
parte del poeta, sino de quienes lo leen sin comprenderlo, sin reflexionar y
por tanto, sin lograr una síntesis racional del contenido plasmado en sus
escritos. En las obras de Dalton todos los elementos son pensados. No hay en
este libro cuestiones marginales, aunque sí conceptos discutibles con los que
se puede estar o no estar de acuerdo. Desde el punto de vista poético las
libertades que Roque Dalton imprime a sus poemas, aquí se hallan menguadas por
la intencionalidad ideológica que la atraviesa [3]».
En estas tres opiniones
se denota que Roque Dalton era respetado como poeta, pues a pesar de existir
una opinión desfavorable sobre una de sus etapas, aún en esa crítica se refleja
el respeto hacia otras fases dentro de su escritura, paradoja de paradojas. En
el fondo, entre colegas de una misma generación poética no hay mejor
reconocimiento que el respeto de esos colegas, y en Roque Dalton se da como
ningún otro poeta en El Salvador. Una última opinión de quien fuera uno de los
más disciplinados de su generación, lo confirma: «Con Roque tuvimos una amistad
especial, por su tipo de carácter. Él era jodedor, bromista, parrandero y
jugador –como Juan Charrasqueado–, y yo también: bromista, parrandero y
jugador. Pero, al mismo tiempo, éramos serios en nuestras cosas, y con una gran
conciencia de lo que significa ser escritor. Él tuvo definitivamente una gran
conciencia. No la perdió [4]».
II.
Sesentas
y setentas: Piedras, Masacuatas y Cebollas Púrpuras
Un grupo importante de
la última etapa de la década de los sesenta y principios de los setenta fue,
sin duda alguna, el grupo Piedra y Siglo, integrado por poetas como Rafael
Mendoza, Ricardo Castrorrivas, Luis Melgar Brizuela y Ovidio Villafuerte, entre
otros. No se sabe con exactitud qué tanta influencia tuvo la obra de Dalton en
este grupo, pero me basta una afirmación más que explícita que se encuentra en
la Revista Cultura número 97-98 correspondiente a septiembre 2007-abril 2008, número
que precisamente fue dedicado a este grupo, citamos: «Uno de los aportes del
grupo que nos ocupa es el haber mantenido viva la tradición innovadora de la
poesía nacional, enriqueciéndola con aportes sumamente originales. Bebiendo de
las fuentes daltonianas, Piedra y Siglo asumió como suya la tradición de
ruptura que también comprende a Escobar Velado y a Geoffroy Rivas[5]».
Suficiente para dejar constancia de la presencia de Dalton en este grupo que
nació en 1967 y que publicó su primer manifiesto en 1968.
La década de los
setenta empieza con la publicación de un libro bastante singular, una breve
antología de siete poetas llamada Las cabezas Infinitas, una bella edición de
la Dirección de Publicaciones. Los poetas antologados están Ricardo
Castrorrivas (Piedra y Siglo), Mauricio Marquina, Ricardo Aguilar, Ricardo
Lindo, Roberto Monterrosa (La Masacuata) y Eduardo Sancho (La Masacuata). Al
releer el libro, en realidad no se detecta una influencia clara de Dalton en la
obra de los entonces jóvenes poetas que en aquella época oscilaban entre los
veintiuno y treinta y tres años. La publicación es de 1971. La poesía de Las
cabezas infinitas se acerca a la poesía de la generación Beat sin olvidarse de
la temática que en aquél entonces era efervescencia en la comunidad poética, la
primigenia lucha social que se avecinaba. A pesar de todo, no dudamos que la
figura de Dalton era respetada por los poetas que integraban esa breve
antología, muestra de ello es la entrevista que Meme Sorto (La Masacuata) le
otorgara a Contrapunto en el año 2009, en la que al preguntarle sobre los tres
salvadoreños que más admiraba, sin dudarlo dice: «A Roque Dalton, por toda su
vida y su obra, incluidas sus parrandas». Ricardo Castrorrivas también mantuvo
una amistad con Roque Dalton, quien le prestó libros de Saint-John Perse y
Jacques Prévert, poetas de culto cuya calidad es de gran altura. También en la
obra de Roberto Monterrosa también se denota influencia Roqueana. Los poetas de
la Cebolla Púrpura, por su parte, son los primeros en sufrir el golpe directo
de la guerra civil salvadoreña, pues muchos de sus integrantes perdieron la
vida en los prolegómenos de la misma: Alfonso Hernández, Mauricio Vallejo
padre, Jaime Suàrez Quemain y Rigoberto Góngora. Además, del mismo grupo son David
Hernández y Nelson Brizuela. Muchos de estos poetas empiezan a emular la vida
de Dalton, combinando sus tareas poéticas con sus tareas políticas. Una
generación trunca, en definitiva, pero influenciada por la vida y obra de
Roque.
La influencia de la
poesía de Dalton se hace aún más palpable en el núcleo de la siguiente
promoción de poetas, nacidos dentro de la década de los cincuenta y recopilados
en el libro La margarita emocionante. Estos poetas no necesariamente
pertenecieron a grupos o talleres literarios, y la compilación obedece al gusto
del compilador. Horacio Castellanos Moya, el compilador, lo confirma en su
prólogo: «Si Gavidia es considerado el fundador de la literatura salvadoreña;
sin duda que medio siglo después, con Dalton, la literatura alcanza un nivel
cualitativo tan excelente que se convierte nuevamente en culminación y punto de
partida. Dalton es el escritor más influyente para las nuevas generaciones:
imposible ignorarlo; difícil trabajo digerirlo sin empacharse y volverse
epígono; terrible esfuerzo discernir cuáles fueron las líneas poéticas que
culminó y cuáles las que apenas dejó bosquejadas para su ulterior desarrollo.
Con él, la poesía urbana adquiere madurez. La ruptura se radicaliza. La carga
ideológica adquiere profundidad. La militancia política es llevada a su
extremo. No es tan arriesgado afirmar que los seis poetas aquí reunidos tenemos
conciencia de la atosigante herencia que significa Dalton [6]». Tanta
influencia ejerció Dalton sobre esta promoción de poetas que a su antología la
bautizaron con un verso de él: El poeta cara a cara con la luna/fuma su
margarita emocionante.
A mi parecer, la
generación de poetas de los setenta ya tenía asimilada aquella leyenda que ha
hecho famosa Roque Dalton en el libro Poemas clandestinos: Poesía/Perdóname por
haberte ayudado a comprender/que no estás hecha sólo de palabras. Esa
generación empezaba a comprender que la poesía no estaba solo hecha de
palabras, pero también sabían que estaba edificada a base de ellas.
Los poetas reunidos en
La margarita emocionante, sin embargo, no eran los únicos poetas jóvenes
escribiendo en esa época. Solo son seis poetas los reunidos en esa antología, y
su selección obedece a un criterio personal del antólogo, quien así lo deja claro
en el prólogo. Es, entonces, una antología de jóvenes poetas, pero que no
constituyen la totalidad de jóvenes poetas de ese momento en particular. No
obstante, la muestra de seis obras diferentes sí brinda un panorama –si no
total– sí parcial que es suficiente para el presente estudio, sobre todo cuando
nos percatamos que la mayoría de los seleccionados siguieron escribiendo y
publicando en las décadas posteriores, lo cual ofrece legitimidad a las
afirmaciones del prólogo en cuanto a Dalton se refiere.
III.
Década
de los ochenta: Xibalbá y el fuego
La generación de poetas
jóvenes de los ochenta se forjó dentro de grupos o talleres literarios como
Xibalbá y Patriaexacta. La «fotografía» de este grupo es el libro Piedras en el
huracán, y quizá sea en esta «generación» donde más marcada se encuentra la
influencia de Roque Dalton. La década de los ochenta representa el pináculo de
la llamada «poesía de emergencia» o «poesía social», entendidas éstas como
poéticas estrechamente vinculadas a las luchas sociales, incluyendo la lucha
social desde el ámbito meramente militar. No nos detendremos a estudiar esas
etiquetas en este momento: no es el objetivo de este estudio y, además, ya
otros se han encargado de estudiar este tipo de encasillamientos. Por lo
pronto, utilizaremos esas etiquetas para referirnos a aquella poesía que está
íntimamente vinculada con las luchas sociales dentro del ámbito de la guerra
civil salvadoreña, ya que inclusive algunos de los incluidos en Piedras en el
huracán fueron combatientes en el guerra civil.
Para Javier Alas, su
antólogo, son dos las características principales de esta «generación»: una
madurez adquirida gracias a la guerra, y la riqueza formal de la poesía.
Pareciera una contradicción que nos refiramos a una «poesía de emergencia» y
que a su vez una de las características de la generación sea su riqueza formal,
pero tampoco es el objetivo de este estudio analizar la calidad literaria de
cada generación o promoción de poetas.
En este sentido,
decíamos que quizá la obra de Roque Dalton se encuentre más marcada en esta
generación que en ninguna otra, y es que no solamente tomó como suya la poesía
de Dalton, sino también su ejemplo de poeta guerrillero o combatiente. Esa
doble influencia –poética y vivencial– se tradujo en una poesía apegada los
cánones de las letras de emergencia que muchas veces era escrita en las
montañas. Aún los poetas que no necesariamente estuvieron involucrados en
grupos militares escribieron de y sobre la guerra. A este respecto, Alas afirma
lo siguiente: «El problema es que pareciera existir, en algunos casos, un
intento vehemente de escribir sobre la guerra. Estos autores se han esforzado
tanto –hay que reconocerlo–, que han llegado a hacer la mejor poesía de la
montaña escrita desde la ciudad [7]». Habiendo establecido lo anterior, Javier
Alas inmediatamente se desmarca de esos autores y, por el contrario, enumera
las que para él son las características diferenciadoras entre los antologados y
los autores que vehementemente escribían sobre la guerra: el lirismo desgarrado
de David Morales, el desenfado de Otoniel Guevara, la «plasticidad sugerente»
de Eva Ortiz, etc.
Más allá de las
características de esta generación, es en esta década donde más se reflejó el
matrimonio entre poética y revolución, cuyo cenit estaba en la contribución a
las luchas sociales ya no solamente desde las trincheras de la palabra, sino
también desde la militancia armada directa. Es por ello que decimos que la
influencia de Dalton en estos autores es doble: por la militancia política y
armada de algunos de sus autores, y por el ejercicio de una poesía
contestataria. Sin embargo, una vez más debemos concentrarnos en la influencia
meramente literaria de Dalton sobre estos poetas, y lo que expresa Alas a este
respecto es claro: «La actual generación se encuentra dentro de la onda de
radiación de la influencia daltoniana, pero ello es naturalísimo: Roque es el
poeta más importante que le antecede a este grupo, y a los intermedios (Piedra
y Siglo), Taller Francisco Díaz, La Masacuata, La Cebolla Púrpura), y el que
antecederá a no pocos grupos por venir, muy probablemente [8]».
La influencia de la
obra de Dalton, en esta generación, quizá se sienta más en poetas como Otoniel
Guevara, Luis Alvarenga, Edgar Iván Hernández y en el mismo Javier Alas. En el
caso de Otoniel Guevara, se deja ver más en poemarios como El amor más común y
corriente y en Tanto. En el caso de Edgar Iván Hernández, en poemarios como
Mares y Los otros; y en Javier Alas, sobre todo en algunos de sus ensayos como
«Para una lectura crítica de Roque Dalton», donde propugna por apartar todo el
boscaje de los lugares comunes que siempre han perseguido a Dalton, como la
característica conversacional de parte de su obra y la cargada ideología de la
última etapa poética de él. Luis Alvarenga, por su parte, ha dedicado buena
parte de su obra a la investigación de la vida y obra de daltoniana.
En conclusión, los
poetas que se dieron a conocer en los ochenta se encuentran dentro de la órbita
de Dalton, ya sea por su ejemplo de vida o por la calidad misma de la obra.
Creo no equivocarme al afirmar que la obra daltoniana, hasta esta década, aún
no era valorada en su más amplia dimensión, es decir, aún no se tomaban en
cuenta libros como Los pequeños infiernos o El turno del ofendido como verdaderas
piezas literarias de alta calidad poética, pues lo que predominaba en ese
entonces era el Roque Dalton mártir, el Roque Dalton como ejemplo del
matrimonio perfecto entre revolución y poesía.
IV.
Los
noventa: continuidad, ruptura y dispersión
Los noventa, década en
la que nacieron grupos literarios como Simiente, Talega, El Cuervo, Tecpán y La
Fragua, fueron una suerte de continuidad, pero también una especie de ruptura
en cuanto a la influencia daltoniana se refiere. Es continuidad porque la década
inicia todavía con la guerra civil, y por consiguiente todavía se percibe la
imagen de un Roque Dalton mártir y ejemplo. Los certámenes literarios de
inicios de la década, y los libros que nacieron gracias a ellos, dan testimonio
de una influencia daltoniana desde su obra más «social». Los libros surgidos de
los Certámenes Literarios Alfonso Hernández y Poesía Reforma dan fe de la
continuidad literaria de las «poesía de emergencia», libros publicados en los
noventa, pero donde sus autores, sin embargo, son de generaciones pasadas.
La poesía joven estuvo
en otra parte: dentro de los talleres o grupos literarios ya mencionados. Es en
estos núcleos donde buscaremos la influencia daltoniana, ya que a lo largo de
este estudio hemos sido consecuentes al buscar la influencia de Dalton en
libros de capital importancia como las antologías generacionales.
Los poetas jóvenes de
los noventa nunca tuvieron una antología propia sino hasta el año 2012, año de
publicación de Lunáticos, poetas noventeros de la posguerra, libro que ni
siquiera puede considerarse una antología sino más bien una generosísima
muestra poética de prácticamente la totalidad de voces jóvenes de los años
noventa. Es por ello que determinar si Dalton fue influencia literaria en la
obra de estos poetas es tarea sumamente difícil.
Al revisar parte de la
obra publicada en estos años, y sobre todo la publicada dentro de los volúmenes
de compilaciones de ganadores de Certámenes de Juegos Florales, no encontramos
una influencia marcada en la obra de los poetas allí compilados. Lejos de ello,
observamos una influencia de estilos poéticos opuestos a los que normalmente se
conocían de Dalton hasta la fecha. Ejemplo de ello es la poesía de Juan Carlos
Cárcamo, miembro del Taller Literario Simiente y ganador de varios certámenes
nacionales en esa época, en quien le vemos una marcada influencia de Octavio
Paz.
La poca influencia que
Dalton ha ejercido sobre la obra de los poetas de los noventa quizá la podamos
encontrar en la poesía de William Alfaro (El Cuervo) y en la poesía de quien
esto escribe. Es muy probable que me equivoque y que existan más obras influenciadas,
pero el principal problema de esta generación fue la ausencia de publicaciones,
por lo que es materialmente imposible poder rastrear ya no solamente los rastros
daltonianos sino cualquier tipo de influencia literaria. En todo caso, en los
que se ha logrado detectar, se puede decir que es una huella tenue en
comparación con la profunda influencia ejercida en generaciones anteriores. En
mi caso, no puedo dejar de aclarar que la vena daltoniana de mi poesía proviene
de la parte surrealista, la encontramos en largos pasajes de libros como Los
pequeños infiernos y El turno del ofendido.
A pesar de lo anterior,
y paradójicamente, la generación de poetas jóvenes de los noventa, de
posguerra, son los que más han contribuido a la divulgación de la obra de Roque
Dalton. Por ejemplo: los poetas Carlos Clará, Osvaldo Hernández y Pablo Benítez
fueron los encargados directos, a nivel editorial, de la publicación de No
pronuncies mi nombre. Poesía completa de Roque Dalton, un aporte valiosísimo a
la cultura nacional, un trabajo clave de Rafael Lara Martínez. Por otra parte,
el poeta Pablo Benítez –quien también suele ser ubicado dentro de la generación
de poetas del nuevo siglo– dirige la Cátedra Libre Roque Dalton, un «espacio
nacional para el diálogo crítico y para la fuerza creadora del arte,
especialmente de la poesía y de la literatura [9]».
A nuestro juicio, el
debilitamiento de la influencia de la obra de Dalton en los poetas de la
generación de los noventa obedece a un factor determinante: la falta de profundidad
en la lectura de la poesía daltoniana. En efecto, los poetas de esta
generación, frente a la inexistencia de la guerra, buscaron otros referentes
poéticos para la construcción de su obra. La separación de Roque Dalton se da
precisamente porque su poesía poco o nada les dice, pues ven en su obra un
conjunto de textos poco cuidados y de mediana calidad literaria. Pero este
enfoque, desafortunadamente, está viciado, ya que obedece a esa falta de
profundidad de lectura de su obra. Nadie puede negar que los libros que más
circularon de Dalton sean aquellos que menor calidad poética tienen, es decir:
Las historias prohibidas del Pulgarcito, Poemas clandestinos, y Un libro rojo
para Lenin. Caso aparte es Taberna y otros lugares que también ha circulado
mucho y que sí tiene una extraordinaria calidad literaria. Así, el primer
encuentro con la poesía de Dalton suele ser con esos libros de inferior
calidad, y ello conlleva al equívoco de considerar que toda la poesía de él es
igual a la de esos libros, y al encontrarse con una poesía a ratos panfletaria,
los poetas jóvenes se distancian voluntariamente.
Es curioso que los
esfuerzos por la divulgación y el estudio de la obra de Roque que ya hemos
mencionado, se hayan dado en el nuevo siglo, es decir, después de una posible
relectura de la obra, lo que presupone que ésta ha sido mal leída. Presupone,
también, que la poesía fundamental de Roque Dalton suele descubrirse en una
edad cronológica mayor, cuando se empiezan a seleccionar cuidadosamente las
lecturas y cuando se tiene un olfato especial para detectar la gran poesía.
V.
El
nuevo siglo, nuevos caminos
La nueva década, ya
dentro del nuevo siglo, trajo consigo una nueva promoción de poetas jóvenes que
se encontraban con una realidad obviamente distinta a la de otros en épocas
anteriores. Es esta la década de la liberación de la información, la edad de la
eclosión del internet y sus enormes tentáculos; la época del conocimiento a
través de las redes globales, las redes sociales y las comunidades virtuales.
Si antes encontrar un buen libro de Arthur Rimbaud, de Jorge Luis Borges o de
Octavio Paz era toda una odisea, ahora estaba al alcance de un «click».
La poesía de Roque
Dalton no es la excepción. La publicación de su Poesía completa en 2005
(recordemos que ya en 1994 se había publicado una extensa antología de la mano
de Rafael Lara Martínez) implicó que la totalidad de la poesía de Dalton
estuviera al alcance de todos. Sin embargo (una vez más la paradoja), la libre
disposición de la obra poética de Dalton fue inversamente proporcional a la
influencia generada por su obra a partir de entonces. Es decir, la publicación
de la Poesía completa no generó un efecto multiplicador de la influencia
meramente literaria sobre los jóvenes poetas. Para entonces, la influencia extra
literaria estaba totalmente descartada: ese proceso de desmitificación de la
influencia extra literaria había empezado desde los años noventa y se cimentó
en el nuevo siglo. Por tanto, la única baza que le quedaba a Dalton era su
obra, tal y como debe y debió ser siempre.
Si ya dentro de la
década de los noventa era difícil encontrar a jóvenes poetas directamente
influenciados por Roque, en el nuevo siglo el distanciamiento ha sido mayor.
Aquí es donde introducimos un nuevo elemento: no por el distanciamiento
significa que la obra de Dalton se haya descubierto como desprovista de
calidad. A nuestro juicio, el distanciamiento obedece al mismo enfoque que
llevó a muchos poetas jóvenes de los noventa a no sentirse identificados con la
obra daltoniana, un enfoque en el que se miraba su poesía como una obra más
cercana a las letras de emergencia que al esteticismo y riqueza literaria de
otros grandes poetas universales. Un distanciamiento que, sin embargo, no es de
ninguna manera ruptura con ese cordón umbilical. Vladimir Amaya, antólogo y
prologuista de Una madrugada del siglo XXI, libro que reúne a los poetas de
esta generación, lo explica así: «…la figura de Roque Dalton para este grupo
alcanza un nuevo estado, ya no sólo es el poeta insigne de la revolución y el
sacrificio. El distanciamiento generacional con respecto a Dalton ha servido
para hacer más profunda su lectura fuera de todo motivo no literario. Porque
Roque llega fresco a este tiempo como sólo los grandes poetas lo hacen. Su
lectura es vital, pero ya no estanca, no empalaga por cuestiones extra poéticas
[10]».
Esa «lectura profunda»,
sin embargo, no ha implicado una identificación con Dalton como poeta altamente
influenciable en la obra propia. Es un distanciamiento, sí, lo es, pero no
lejanía. Es ausencia de influencia, sí, pero a la vez es un hondo respeto a la
obra. No es un juego de palabras. Es una circunstancia que ya se intuía desde
los años ochenta: entre más distancia generacional exista de Roque Dalton, más
se apreciará su obra más allá de los mitos y las leyendas. Enfatiza Vladimir
Amaya en su prólogo: «En esta generación, Roque está y no está. Está en el
sentido de que siempre, en cualquier punto, se vuelve a él. Y no, porque Roque
es el nuevo comienzo de la ruta en la cual se busca ser el protagonista. Pero
se tiene claro, sin imitaciones, sin limitaciones de ningún tipo. Es tiempo
para que Roque Dalton pase a ser un legado de máxima plenitud [11]».
«Está y no está»,
afirma Amaya. Ciertamente está Dalton porque siempre está y estará presente por
su inherente calidad literaria; y no está porque es difícil encontrarlo dentro
la obra de esta promoción de poetas. Por eso acudimos al antólogo de esta
generación, a quien le preguntamos el por qué de esa dicotomía de estar y no
estar: «Algunos poetas de mi generación… no desconocen la importancia estética
de Taberna y otros lugares y lo que significa ese libro para la ‘vanguardia
poética salvadoreña’, pero en sus obras no encontrarás referentes directos con
respecto a temas abordados o estilos parecidos, en esa obra y otras del poeta
Dalton». Más claro no puede estar: respeto por la obra daltoniana por su alta
factura poética en libros alejados de la ideología, pero ausencia de influencia
en la obra personal. Al preguntarle a Amaya cuáles poetas de los seleccionados
en su antología son los que él considera que pudieran estar más influenciados
por Dalton, contesta: «A nivel de técnica en unos pocos, que se me hacen
suficientes. Pero tampoco hablamos de una influencia tan marcada, habrá elementos,
pequeños aires, que nos permitan evidenciar cierto acercamiento a Dalton, pero
sobre todo sería por la lectura que los poetas jóvenes salvadoreños han hecho
de las fuentes directas a las que Dalton se avocó. En otra parcela de la antología hay poetas que
se acercan sobre todo a la temática, o al estilo de desenfado de nuestro poeta
mayor, pero que a nivel de técnica no
aportan mucho. Y algunos rayan en el mero señalamiento de aspectos de la
sociedad».
Se trata de la misma
tendencia de la generación de poetas jóvenes de los noventa, pero quizá con
mucho más énfasis, pues el distanciamiento temporal ha hecho que todos los
ropajes de la mitificación y la leyenda se caigan inexorablemente. De Roque
Dalton está quedando lo que al final debe sobrevivir: la poesía.
VI.
La
órbita de Roque Dalton en el futuro
En las últimas dos
décadas, la influencia de la obra de Dalton no ha sido tan marca como en
décadas anteriores, y quizá se deba al tiempo específico que a estos poetas les
ha tocado vivir. En la posguerra, en plenos noventa, el referente de Dalton
como poeta revolucionario se empezó a desvanecer de a poco, mientras que su
poesía iba quedando relegada gracias a esos primeros encuentros con su obra,
que usualmente eran con los libros de menor calidad literaria. Como un fenómeno
alterno, hay que decirlo, estaba la creciente efervescencia por la obra de
poetas como Alfonso Kijadurías, cuyos libros Los estados sobrenaturales y Es
cara musa se revelaban como el camino a seguir en cuanto a técnica literaria,
mensaje y profundidad humana. En el nuevo siglo, ese distanciamiento se
enfatizó hasta casi llegar a la disolución, pues difícilmente encontramos voces
plenamente identificadas con la obra daltoniana, y cuando decimos la «obra
daltoniana», nos referimos a ese crisol fundamental que es: mezcla de genio
poético y desenfado galopante.
A pesar de lo anterior,
creo que ese distanciamiento paulatino con respecto a la obra de Roque Dalton
se debe, ante todo, a la mala lectura que se ha hecho de su obra a través del
tiempo. En efecto, si tomamos en cuenta que lo que más ha circulado de Dalton
han sido sus libros menos logrados, entenderemos esa desidia con que muchos
jóvenes poetas han visto su obra: el primer contacto con la obra de un poeta es
fundamental para seguirlo leyendo.
En la medida que las
nuevas generaciones se introduzcan en las profundidades de la poesía
fundamental de Roque, su influencia irá creciendo cada vez más. Y cuando
decimos la poesía fundamental de Roque, nos referimos a poemarios o libros
concretos: El turno del ofendido, Los pequeños infiernos, y Taberna y otros
lugares. Será, en todo caso, una suerte de influencia recobrada, pues desde ya
estamos encontrando a un Roque Dalton desprovisto del mito y de la leyenda para
solo enfocarnos en lo que mejor pudo hacer en su vida: su poesía.
(*) Es abogado y poeta,
colaborador de contrACultura
[1] CEA, José Roberto,
citado por Rafael Lara Martínez, En la humedad del secreto, pág. XII,
CONCULTURA, 1994.
[2] ARGUETA, Manlio, en
prólogo a Poesía escogida de Roque Dalton, pág. 11, Editorial Universitaria
Centroamericana, Costa Rica, 1983.
[3] CANALES, Tirso, en
http://www.rdarchivo.net/literarias/cuatros-etapas-en-la-literatura-de-roque-dalton
[4] MENEN DESLEAL,
Álvaro, citado por Luis Alvarenga en El ciervo perseguido, pág. 52, CONCULTURA,
2002.
[5] Editorial de la
Revista Cultura número 97-98, septiembre 2007-abril 2008, pág. 7.
[6] CASTELLANOS MOYA;
Horacio, compilador y prologuista, La margarita emocionante, Editorial
Universitaria, 1979.
[7] ALAS, Javier, Piedras
en el huracán, CONCULTURA, 1993, pág. 15.
[8] Ibid.
[9] Diario Colatino,
Suplemento Cultural Tres Mil, 27 de diciembre de 2008, pág. 2.
[10] AMAYA, Vladimir,
Una madrugada del siglo XXI, pág. 13.
[11] Ibid.
1 comentarios:
Lo de la gran influencia literaria de Roque Dalton es una leyenda, otro mito más que agregarle a la figura del poeta salvadoreño. Podría decirse que su influencia, en realidad, es parcial y mal comprendida. De ahí que la ausencia de Dalton en los poetas posteriores explica la escasa ironía formal y temática que existe en la poesía salvadoreña actual.
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