Acercamiento a la poesía
y a la personalidad poética de Helí
Ramírez Gómez (1948-)
“Oh mi Medellín
colgado de una gota de silencio” (Helí
Ramírez)
Antes
de publicar su primer poemario, La ausencia
del descanso (1975), en 1974 a Helí Ramírez Gómez le divulgaron algunos de
sus poemas en la revista bimestral de poesía, nacida y distribuida en Medellín
en la década de los 70’s y principios de los 80’s, acuarimántima, revista fundada y dirigida en aquel entonces por
Elkin Restrepo, José Manuel Arango, Jesús Gaviria, Orlando Mora y Miguel
Escobar. Nueve de los setenta poemas que hacen parte del poemario mencionado
fueron presentados en el número cinco, julio-agosto, de dicha revista[1].
Ya aquí, en su poesía temprana, empieza a advertirse lo que señalará en general
el poeta colombiano Jaime Jaramillo Escobar respecto a la poesía y, en cierta
medida, a la actitud poética de Helí Ramírez
“que
con su lenguaje propio y descarnado
asume la descripción y denuncia de
sectores marginales de la ciudad, donde la vida transcurre entre las
carencias, los vicios, las violencias, el crimen en todas sus manifestaciones.
Y en medio de ese desmadre la poesía
como una flor en un muladar.”[2]
Veamos. Helí vivía por aquellos días en un
barrio donde “no tenemos carro de basura/ ni árboles en las esquinas/ ni
lámparas en la frente de las casas/ no hay nomenclatura/ no hay agua/ la sed
hace de las suyas/ cuando recibe un beso”. En esas esquinas sin árboles se
parchan jóvenes y cuchos, pelados de bandas, combos y galladas, a fumar
mariguana (junto con “el reloj” que “prende un fósforo/ y se fuma un kilo”) y bajan
los disparos como cohetes; los policías provocan náuseas, retorcijones
estomacales. Es en este contexto que Helí siente que “desespero sin comer
esperando que soplen vientos mejores” porque en su día a día, como muchos
otros, él abría “la boca” y la cerraba
“vacía”… incluso a veces sólo que le quedaba “almorzar en cuclillas tristeza
con sal”[3].
A Helí algunos lo catalogan como “poeta y
novelista urbano”. Dicen de él que es “un hombre tímido, solitario, lector de
las más distintas obras” literarias; “escritor y caminante”, “observador del
barrio que inspiró su obra: Castilla”, alguien que “sabe dejar en su obra la
esencia de la ciudad y especialmente de los barrios populares”[4].
Así continúa expresándolo Beatriz Mesa Mejía:
“Helí
Ramírez, este escritor untado de calle y acera, dolido por los muertos cercanos
y lo que no lo son tanto, se extraña con el reconocimiento que hacen los otros
de su obra. No se cansa de decir lo afortunado que se siente. A pesar de que
hay cosas que lo molestan, por ejemplo, que se haga sociología y política con
sus poemas, cuando para él son un hecho estético. Sin embargo, esto ocurre
porque en su obra está la vida del barrio, la construcción de la comunidad, los
momentos tristes y violentos, los amorosos, lúdicos, felices que han vivido sus
habitantes, los niños, los jóvenes, los mayores…”[5]
La poesía de Helí es sin duda, en términos
estéticos, impactante, produce múltiple diversidad de emociones, se introduce
en nuestra vivencias y recuerdos, nos conmueve interiormente, sacude nuestras
entrañas y -parafraseándolo, como él mismo lo expresa-, contiene elementos que
le permitieron la “elaboración de un imaginario propio urbano”: “la ciudad es
para mí un medio de conocimiento, de realización, de búsqueda personal material
y espiritual. Es vivencia. La ciudad es un poema. Es un poema por sus cosas
bonitas y feas…”, afirma Helí[6].
Juan Cano, gestor cultural, historiador y
filósofo medellinense, asegura en este sentido que “Helí toca nuestras vidas,
nuestras vidas populares, de barrio, de pequeños pueblos”: “logra tocarnos
desde el adobe”. ¿Por qué “desde el adobe”? Porque “Helí logra meternos en el
adobe”, es decir “logra meternos a la casa y sacarnos a la acera y ponernos a
vivir en lo que hemos vivido todos los días de nuestra vida”. ¿Qué
implicaciones trae entonces esta forma de concebir y de escribir poesía? Juan
Cano nos responde que, por ejemplo, de esta manera “Helí nos incluye en la
historia de nuestros barrios, nos permite ser nosotros, ser importantes en la
historia de la construcción de la ciudad”, y esto es clave tenerlo en cuenta[7].
Ya en el primer (y en otros) poema(s) de La ausencia del descanso (1975) Helí
sugiere que su mundo poético es “un mundo invadido/ por la electricidad de las
cosas y los hombres”. En este libro la poesía es el mundo -“violentomundo yo/
frío y loco”- del cansancio; la vida y el trabajo cotidiano de un hombre
desesperado que piensa que “entre la congestión de las calles mi desasosiego
con su cabeza quebrada/ piruetea sobre el abismo de mi destino recogiendo sus
chispas”; poesía como ráfagas de disparos “a tiro limpio” que parecen alargarse
“por los siglos que vienen…”, o como “las necesidades que forman un muro ante
los ojos/ y toca músicas de distintos colores tormentosos”. Aquí poesía es
también hacer “el amor/ sin desesperos/ y culatazos en la puerta”; explosiones
y “residuos de hombre en la tierra” y la pregunta por “cómo rescatar la noche
de este maldito diciembre”; escribir: “a las seisyveinte de la tarde/ no cree
en nadie el sol/ que se perdió hace meses/ con ganas de echar humo” o,
simplemente, “la ciudad despierta un recuerdo…”. O algo como: “ríen mis muslos
con las estrellas/ fumando arcos iris sobre las llanuras del gentío”. La poesía
en la ciudad –en Medellín–, ciudad que es y ha sido “un océano de sangre”, se
manifiesta en este poemario como un constante e ininterrumpido “ruido que
navega agrio e indefinido”. En definitiva, y en general, aquí la poesía se vive
y se experimenta como lo que realmente es, es decir como la ausencia del descanso[8].
***
John Henry Amariles Mejía, en su trabajo de periodismo Los libros matan, hermano (2008), hace un entrevista a Helí Ramírez y comenta, presentándolo, que Helí es “un poeta antioqueño que supo incorporar a su poesía el lenguaje barrial, cercano al relato y a la creación de personajes y ambientes”. En este artículo se encuentran además algunos fragmentos de otras entrevistas hechas a ciertas personas cercanas e íntimas a Helí. Por ejemplo, Víctor Gaviria dice aquí que Helí “sabe que es un poeta distinto” y que la “belleza” tan singular de su poesía “no es de princesas ni lo que es la belleza habitual; de ahí la fuerza que hace para inventarse, para escribir poesía”, puntualiza. Elkin Restrepo declara no saber “si la obra de Helí es tan conocida en Colombia como uno quisiera” -ya que “en Medellín si lo es, y cada vez más. Por su supuesto, con enorme respeto y reconocimiento, porque es una poesía sui generis, es muy distinta de las demás; tiene el atractivo de que está respaldada por una actitud del autor muy radical, clara, y definida”, precisa[9].
Teniendo en cuenta lo que Luis Fernando
Macías menciona, con posterioridad, en su artículo Helí Ramírez, la gallada en la pluma (2012): “La historia de Helí
[en particular y de su poesía en general] es también la historia de Medellín
como ciudad”[10],
no es descabellada la anotación de Elkin Respecto que enfatiza que “la poesía
de Helí tiene cierta vocación de permanencia, es importante y se leerá en el
futuro porque si alguien quiere pensar la Medellín de los años setenta en
adelante, necesariamente tiene que acudir a Helí”[11].
Por su parte, Juan José Hoyos, periodista y escritor medellinense, piensa
ciertamente que Helí “se ve a sí mismo como un habitante más de nuestra ciudad.
[…] él no ha dejado de ser el mismo: una especie de camaján de barrio pero que
escribe poesía”. En ese sentido, añade que la poesía de Helí
“es muy importante, muy singular. Es la primera vez que
yo siento como que un poeta habla con nuestra propia lengua la historia de
nosotros, especialmente
de los que crecimos en los barrios populares de ciudades como Medellín. Después
de los años 50, 60, no he visto otra poesía así. Es una poesía que cambió
muchas cosas de la poesía colombiana contemporánea. Para mí es como un milagro,
porque describe un mundo de pura vida y que poco había trascendido a la
literatura escrita. Diría que de pronto un antecedente son los cuentos de
Umberto Valverde en ‘Bomba Camará’. Pero en poesía no había visto eso”[12].
***
En 1979 saldría a la luz su segundo poemario, titulado En la parte alta abajo, el cual se editaría nuevamente en 1991, libro que marcó un punto nodal, y que es un precedente histórico, no solo en la poesía de Helí como tal, sino también en la poesía nacional contemporánea. Meses antes de su publicación oficial, en el número trece, enero-febrero, 1978, de la entonces revista bimestral de poesía antes mencionada, aparecen algunos de los poemas que harán parte de dicho poemario (“eran las tres de la tarde las tres”, “en la cancha”, entre otros)[13]. Aquí Helí desborda su personalidad poética de forma tan libre que constata lo dicho por Víctor Gaviria respecto a su poesía: “En temas completamente prosaicos, en narración casi convencional, el verso se fragmenta de una forma tan arbitraria, pero al mismo tiempo tan constante e intencional, que uno no puede sino concluir que se trata de una profunda sabiduría del ritmo”[14].
“Voy a seguir
diciendo quién soy yo fuera de tantas otras cosas que soy
lo
voy a seguir diciendo sin achantarme.
Nací
como muchos otros no soy el único
en
medio de disparos de revólver y fusil en medio de regueros de sangre.
OH
san sangre
que
te acabaste de coronar de santidad en este siglo veinte
Me
enseñó desde pelado la vida como es la vida.
Tengo
en mí un poquito de cosas buenas
y
muchas muchas cosas malas en mí tengo
Mis
parientes antiguos según chismes
eran
brujos duendes y matones
y
si llegaba un forastero a la casa se escondían
Odio
a los hombres y sus máquinas
Odio
a los trapos sucios y feos que me pongo
y
odio la ropa fina y bonita
En
la ciudad aprendí a no querer siquiera un árbol o un animalito
AH
la muerte con su sueño sereno fresco no se preocupa de la vida
Confianzas
con nadie no me gusta ni siquiera con la cucha y los hermanos
Me
vuelvo un zancudo y salgo volando picando en un cerebro
No creo en las
palabras y con los hechos dudo…”
Un fragmento de otro de sus poemas
contenidos En la parte alta abajo
(1979):
“Soy
áquel
áquel
áquel
Soy el que con una pata mocha anda las calles
gritando que arregla sombrillas dañadas y ollas a
presión.
soy el que enfrentando tombos y rayas
entra a un banco por billetes
así tenga que saltar manchas de sangre
para no dejar las huellas de los sueños rotos
soy el que sentado en una acera espera
le compren un confite de su soledad entre carros y
gente
soy una mano con sus dedos inchados de camellar
soy tantas cosas que de sentirme tantas cosas
siento que no soy nada……………………………………………
…………………………………… ileras de ilusiones
navegan en la masa de mi cerebro.”
En cuanto a la relevancia literaria,
artística y estética de este poemario, en particular, en el ámbito de la poesía
local y nacional contemporánea, Luis Fernando Macías comenta y sostiene que:
“La
aparición de algunos poemas en La parte
alta abajo en el número trece de Acuarimántima,
especialmente “Eran las tres de la tarde, las tres” y “Jugaba de alero”, marcó
de un modo definitivo la formación de los que entonces éramos aprendices de
escritores y, curiosamente, ese hecho cambió la literatura colombiana en una
dimensión que todavía no es posible definir porque se halla en marcha. En
nuestra literatura local, por lo menos, creó una especie de cartografía de los
barrios que trazó el mapa sentimental de la ciudad y nos dio, como antes lo
había hecho Carrasquilla, el valor de hablar de lo íntimo de nosotros mismos,
sin el temor de que no fuera materia universal. Por eso entre nosotros la obra
de Helí tiene el significado de la ciudad misma y es pionera de un modo de
decir, de entender lo que somos. Respecto a ella, podríamos decir que es un
canto vigoroso que descubre el odio, la violencia, el sufrimiento de la pobreza
y del malevaje, al mismo tiempo que
celebra el goce de vivir y la confluencia de lo tierno en lo duro, como si
dijéramos “la belleza de la fealdad” o “la suavidad del horror” en la ciudad
que, al ir creciendo, se vuelve cada vez más sórdida.”[15]
Otros se han referido a esta obra, en el
marco de “nuestra literatura” o más bien de nuestra poesía “nacional”
–colombiana–, como un “caso” insólito, creativo e innovador. Dicen que En la parte alta abajo “es un libro de
poemas”, pero no cualquier libro de poemas, sino uno especial, “muy peculiar”:
es un libro que simultáneamente “da hacia la poesía y el relato”, gestando una
forma particular de –en cierto sentido- poesía conversacional[16]
conjugada a la vez con cierto carácter antipoético[17]
que en general asume el autor frente a su trabajo artístico: “como relato tiene
tesis y estructuras, pero como [poesía] se anega en una ternura ácida y
primitiva que muestra belleza hasta en una violación indeciblemente dolorosa,
bestial. Por eso es un libro único”, según ciertas personas, e incluso señalan
que “cabe uno de sus poemas en una antología del cuento” local y/o nacional[18].
Esto explica tal vez por qué Guillermo E. Baena, quien fuera editor de la ya no
existente revista de poesía ‘Deshora’, piensa que
“desde que Helí publicó “En la Parte Alta Abajo” ya
se descubrió en él un buen poeta, un poeta muy distinto a los que teníamos en
Medellín; rompió con mucha tradición. Algo de eso se conocía ya, sobre todo con
algunos poetas norteamericanos, de la generación beat, que hacían unos
planteamientos frente a la ciudad, sobre la actitud de una persona en el mundo,
cuestionándose la sociedad de consumo, todo este tipo de cosas. Pero, en el
medio colombiano Helí es algo nuevo, fresco.
Habla con el lenguaje nuestro, sin esa grandilocuencia a la que nos tenían acostumbrados muchos poetas que ya estaban en desuso. Helí en cambio nos propone un lenguaje de la gente del común; con una gran ironía, con un gran sentido de la solidaridad, de la gallada, del barrio. Por eso es que Helí se ha hecho un espacio propio acá, por eso es una voz que va a sonar mucho tiempo en la poesía colombiana.”[19]
Elkin
Restrepo confluye, en cierta medida, con lo mencionado hasta ahora: En la parte alta abajo, dice, “es una de las obras de poesía más
importante de la literatura colombiana de todos los tiempos, en donde su poesía
está muy cerca del relato y de la creación de personajes y ambientes. Por
primera vez en la poesía colombiana está el lenguaje barrial, con su sintaxis,
con sus términos”, asegura[20]. Sin
temor a decirlo, este libro cambió, ha cambiado y puede hasta cierto punto seguir
cambiando, trastornando y metamorfoseando la forma no solo de hacer sino
también de leer poesía en Colombia.
Hay quienes consideran que, por otra lado, con la publicación de En la parte alta abajo una “buena parte
de Medellín supo de la existencia de Helí Ramírez, a la par que se enteró de
cómo se vivía en un barrio popular de la ladera noroccidental de la ciudad”, de
“cómo vivían o, más bien, sobrevivían en
[el barrio] Castilla, qué hacían día y noche los pelados de gallada,
trabajadores y malevos, y las cuchas y los cuchos que de porfiados levantaban
familias en medio de la pobreza endilgada por el desplazamiento”
forzado en general. Con este libro, en cierta medida, Helí Ramírez “partió en
dos la historia de la poesía en Colombia. Sencillamente porque antes de Helí no
hubo otro que [en concreto] escribiera como él” lo hizo -y lo sigue haciendo[21]:
“Caricias dormidas en su mirada
los postes de la
energía los únicos quietos entre el tumulto de sustos
fotografiando en sus
cerebros el rostro del terror
sin cabeza las
estrellas a la tierra caen
bolas de candela caen
y corren a ver si se alcanzan la una a la otra y no se alcanzan
las hormiguitas trepan
por los muros
un gato salta de la
tristeza a la ciudad y de la ciudad a la tristeza
y la sombra de los tiempos idos oliendo a
mortecina.”
Valga señalar que en el número veintiuno,
mayo-junio 1978, de la revista bimestral de poesía acuarimántima, dos o tres meses antes que la misma revista -en
coordinación con ediciones hombre nuevo-
coeditaran y publicaran este libro escrito por Helí, En la parte alta abajo, salen a la luz otros ocho poemas que
integrarían también dicho poemario. En ellos, por ejemplo, se destacan algunos
versos y líneas poéticos como: “confíe en la desconfianza y que el escándalo
los demás lo hagan”; “ella es una virgencita/ devoradora de gavilanes/ con
toneladas de solidaridad carnal/ Bebía trago fino y ordinario/ tiraba coza y
parecía una gallina tragando maíz con las pepas”; “Encendido el sueño en la
realidad asustada/ la locura hace agradable al mundo común/ y la noche no llegó
hueca de delirios”; “La mirada de la cucha al oír la noticia/ la forma como fue
soltando la bocina/ Las escalas en alboroto/ Vomitó las costumbres/ el rostro
de mi hermano como dormido”[22].
***
“Para contar el mundo
que habitamos, las calles que recorremos día a día, donde vivimos y morimos,
Helí Ramírez ha usado la lengua que hablamos. ¿Qué otra cosa es la poesía?”
(Juan José Hoyos)[23]
Si bien Helí Ramírez afirma no saber por qué
se inclinó por escribir poesía y no otra cosa (ni para qué lo hizo –y aun lo
hace–), entendida la poesía “como vehículo de expresión” subjetiva, él no niega
la importancia de la crítica literaria en cuanto ayuda “a enderezar las cargas
durante la marcha por la especulación y la farsa en que vivimos los artistas”.
Lo que sí tiene claro es “que el poeta y el
escritor vive y escribe, escribe y vive, y tiene que afrontar el momento histórico
que le toque de acuerdo a su propia conciencia”[24]:
es eso, grosso modo, lo que ha hecho él durante todo el transcurso de su vida,
en especial de su vida poética; o en otras palabras, en el trasegar de su existencia
personal en complicidad con la poesía.
Para
él, valga señalarlo, “la literatura” en particular y “el arte” en general “es
ficción y realidad” -y viceversa-. Es por eso que “la mayoría de los personajes
de” sus “libros”, un “85%” aproximadamente, y por decir algo, “es gente real”[25].
Así pues, Helí no (re)construye la “realidad”, sino que “la realidad, puede
ser”, lo “construye” a él y es en esa medida que “realidad e imaginación”
mantienen en su poesía una “recíproca alimentación” [26] (“A
cuantas tengo huyo de la realidad/ De un momento a otro realidad te vuelvo flecos
a balazos/ y sigues siendo una cochinada en mi cerebro”; “Por segundos logro
huir/ en segundos también me vuelve la realidad a alcanzar/ me vuelve a
acorralar y aniquilarme no logra”; “Mi cerebro…/ en mi cerebro imaginación y realidad/
no tienen de separación ni una luz”[27]).
En
relación a lo anterior, Laura María Giraldo García menciona en su ensayo
titulado Personajes y oficios de calle y
barrio. Una mirada sobre la poesía de Helí Ramírez (2012), lo siguiente:
“leer a Helí Ramírez es encontrarse con personajes que
hacen parte de la vida real, que están tan cerca de nosotros que, a veces, no
percibimos, no sentimos, no escuchamos; son los mendigos, los sicarios, las
putas, los vendedores ambulantes, los escritores, los ladrones, las amas de
casa, las madres solteras, los vendedores de frutas, las estatuas humanas, los
mecánicos… y otros tantos, los personajes que atraviesan las páginas de sus
poemas y de sus palabras.”[28]
Ella
califica a Helí Ramírez como poeta versátil, como alguien que “pone en duda,
incluso, su mismo calificativo de poeta”, indicando que en sus textos dicho
autor reúne una compleja “multiplicidad de temas” y hace uso de una rica
“diversidad de recursos estilísticos”[29],
en términos lingüísticos, que marcan “su auténtica forma de manejar las
palabras, las letras, las oraciones y hasta el papel”. Helí Ramírez es para Laura
Giraldo la “otra cara de la poesía en la que más que estructura, más que forma,
es el inigualable sentido y los múltiples sentimientos por los cuales el lector
se ve atravesado” lo que caracteriza y le imprime fuerza no solo a su
personalidad poética sino también a su poesía, “poesía que se mueve entre lo
duro y lo mordaz que puede resultar el mundo, entre las ilusiones de habitar
uno mejor y entre la magia que es posible encontrar en esa frialdad y en esa
cotidiana y constante desesperanza” que tanto identifica a Helí como persona y
ser social, como ciudadano y poeta de barrio popular, de colina, ubicado en una
parte alta abajo del noroccidente de
Medellín[30].
Por su parte, Jaime Jaramillo Escobar, en su texto sobre La poesía en Antioquia de 1753 a 1953 (s.f.),
se refiere a Helí Ramírez como un “poeta de tono conversacional, muy
importante”, “travieso e informal” que, en el contexto “de barrio bajo –por lo
general situado en las partes altas–“,
da “por primera vez cabal y vívida expresión” poética a las diferentes
formas de vivir, experimentar y luchar la ciudad desde ciertas zonas marginadas
y populares de la misma. Luego nos dice que, y esto hay que resaltarlo, “en la
poesía de Helí Ramírez él es actor, las cosas le suceden a él, y por eso puede
hablar desde dentro de los acontecimientos, en el riesgo de los mismos, lo que
le confiere dramatismo y autenticidad” a su poesía. Es posible afirmar entonces
que, en términos generales, Helí Ramírez aportó, y sigue contribuyendo de
manera especial a la liberación y enriquecimiento de la poesía local y nacional
contemporánea y que, continuando con lo planteado por el ex-nadaísta X504, Helí
fue y aún es “una voz necesaria para corregir rumbos” y para crear o nutrir
unos nuevos. Su poesía es amplia y cambiante, “como lo muestra su obra, cada
vez más compleja”; sin embargo, “el peligro está en la facilidad de imitarlo”
(aunque es inigualable), “pero esa es precisamente la trampa que él les pone a
los poetas sin genio”, advierte Jaramillo Escobar[31].
***
En 1980, la Cooperativa de Trabajadores del ISS (Instituto de Seguros Sociales) de Antioquia financió la publicación de Cortinas Corridas, libro en el que Helí explora otras vertientes de su poesía, sin perder su fuerza y brillo singular, característico. Este es un poemario en el que “se espande en llamas/ la sombra loca de un proyecto”; poemario “en donde la aventura enreda a la existencia”, y en el que “hierven los sentimientos” de Helí, quien “en un arrebato/ ante el destino se quita sus capuchas”, dando espacio a y trabajando sobre los “surcos de locuras” que “florecen en” su “cerebro/ y les echo combustible/ a crecer bonitos entiende…”. Helí Ramírez Gómez desborda aquí, inconteniblemente, su locura poética original, no “de marca ordinaria”, en versos como: “la gracia de la bestialidad reside/ en la limpieza total/ de manchitas de piedad”; “el inicio se le marea al fin…/ a cada cual le olfateo su modo de ser”: “espectacular la ancha diferencia de temperamentos”; “deshilvana mentiras la imaginación/ y en los parches de la ignorancia/ paisajes vinagres de un fracaso”; “en claves maniobreo desgracias avisadas”; “los sentidos elaboran/ sus puertas y ventanas/ en trozos de ilusiones/ a un precio poco recomendable/ Juegos de pelados convertidos en seriedades”[32].
Leyendo lo que encontramos en el interior
del poemario de Helí, lo que sus Cortinas
Corridas nos ocultan o destapan, uno se da cuenta por qué en su poesía son
“estupendo fertilizante los hechos crudos”, y por qué “en la rutina me oculto/
y fomento rifas de calamidades”, como él mismo lo anota. Allí captamos,
escuchando las dulces melodías emanadas de la basura poética citadina,
introduciéndonos en la experiencia artística de un sujeto escéptico e
intransigente, de “emoción maniatada” pero devastadora, cómo “la locura/
sobrepasa/ los gestos”, subrayando y dejando entrever algunos rasgos ejemplares
y propios de la personalidad poética de Helí… por ejemplo: “Le dejo la mano a
la verdad estirada/ le organizo carnaval a mis dudas/ y mi locura a una
obligación flaca horroriza”; “Enseño a crear colmenas de estrellas/ en
soberbios tiestazos en la nuca/ enseño a parar respiraciones/ en esquisitos
tiros/ y semanas le dedico a características asesinas/ moldeándoles su
funcionalidad” (¿poética?).
En una cuerda floja, oscilando “en el
trajín herido de verdades y mentiras”, sobreviviendo entre “zanos” y hampas,
desesperado en el pegote del aburrimiento y la violencia perpetuada, de
imaginación activa y misteriosa, testigo de cómo los seres humanos se evaporan
a sí mismos, trágico, frío y de mente revuelta y desordenada, en Cortinas Corridas Helí Ramírez evoca un
mundo poético donde está arraigado, según sus palabras, “…el hilo reventado de
mi locura…” –“mi locura/
risueña de destrucción/ empacando planes/ viendo tántas payasadas de
sensibilidad” individual y colectiva, que incluso “los sentimientos en ruinas/
reduciendo riesgos/ iluminan una bodega de sorpresas”. Es imposible pues no
festejar, entusiasmarse y extasiarse con la poesía de Helí, es decir leerla,
explorarla y vivirla “con el goce de un pelado admirando su carrito de
baterías/ chocando en las patas de los muebles y paredes”… al fin y al cabo
“somos una fuente de felicidad los pobres disimulada”.
“Puerta a puerta la locura
locura de brujo
haciendo del edificio
un ave de tres alas
mal intencionada
Locura de duende
corrido
introduciendo
chillidos
en las bombillas de la
ciudad
y mudez en las
pantallas de los teatros
Locura de asesino
elaborando el plan
para destruir una
especie viviente
Locura sexual penetrando un
durito
y la monedera estrecha de
una cuarentona
de cuerpo cuidado
Locura de loco
enlocurando su
alrededor:
las aguas de plantas
hidroeléctricas
y las lluvias
la tierra encementada y
plastificada
el aire y la máquina…
…Locura
jhajhajhajhajhajhaaa…
locura gozándose
gozándose la simplicidad de
lo normal.”
Helí se expone y presenta a sí mismo, a su poesía y a su personalidad
poética en general, como “caja fuerte para lamentos insegura”: en Cortinas Corridas, dice, “asumo el papel
de bobo y soy maestro labrado en él/ quienes no me conocen determinan
atronamiento y mudez”. También señala, como bien sabemos, que él y sus vecinos
de barrio vivían en la miseria, entrando a ella con boleta gratuita y hasta
VIP, llevando “kilos de humillación” como medallas en el cuello o trofeos en
los brazos, ganando “hechos sucios” e “ilusiones quemadas/ a la temperatura de
la sangre”, celebrando la victoria a la llegada de la noche “envueltos en una
duchada de locuras” e inmersos en una “realidad” que “no se aventura ni a
mirarnos”, situación de exilio, pan diario de los ninguneados.
A
continuación, otro fragmento de lo que Helí es y representa, en un sentido literal
(y literario):
“Soy secta
soy gallada
soy banda
soy combo
soy vida
violenta
adorador de
la acción
en hechos zollados y
efectivos
jhajhajhajhajhajhajha…”
Sintetizando, en Cortinas Corridas la locura de Helí abre y cierra calles, puertas y
ventanas, acorralando la razón, razón desnuda e “insuficiente de calor
atacante” y con “olor a alcantarillado”,
a la vez que ocultándose de ella. En este poemario, observa Helí, implícitamente, “enloquezco
para adentro”; “el destino y su sombra sin forma precisa/ baila anheloso
alrededor de un suspiro/ y la razón cuando me ve pide auxilio”; mientras,
“bombas de ruidos mueven sus cuerpos/ y sus golpecitos musicales aceleran mi
locura”. En ese sentido, escribe: “Volviendo a mí/ a mí volviendo/ la locura no
me abandona/ en los cambios de mi ser”; “Me gozo al ser humano yo viéndole sus
cositas y…/ uy qué locura/ sabe a zapote dulcesito…”; “Locolocoreloco mi
cerebro en el encantico bobo de la realidad/ no cree es en nada y va a la fija/
Soy el príncipe de la frialdad ahogando los sentidos”.
***
La noche de su desvelo, novela publicada en 1986, es una evidencia importante del interés y la preocupación general, artística, estética y literaria de Helí Ramírez por explorar y experimentar diferentes formas de escribir, vivir y contar la ciudad y su concepción personal sobre la misma. Amariles Mejía nos advierte que “la novela ‘La Noche de su Desvelo’”, como la mayor parte de la poesía de Helí, “también se basa en hechos y personajes reales”. Victor Gaviria, por su parte, opina que esta novela “es un sueño”. Y argumenta: “Ahí están los elementos de la realidad, de una familia, desde el ladrón hasta el profesional, pasando por el papá campesino. O sea, está toda la ciudad, vista desde el barrio popular”[33].
Su trabajo a inspirado no sólo a autores
como Gaviria, quien se ha visto seducido por llevar esta novela al cine, sino
también a jóvenes artistas de la ciudad de Medellín que, por colocar un
ejemplo, trabajan desde las prácticas visuales y en el año 2012 realizaron un
cortometraje que interpreta un fragmento de La
noche de su desvelo, obra literaria “del maestro Helí Ramírez Gómez”,
producido por MAGNOfilms, presentado en el II Festival CICA (Cine de Castilla,
realizado entre 1-5 de noviembre 2013) y titulado “Mis Gallinitas”, que termina
con una contundente y fuerte exclamación que concentra un aspecto clave de lo
narrado por Helí particularmente en dicha novela: “¡No sabemos de donde diablos
sale tanta hambre!”[34].
[1] acuarimántima
Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT,
Medellín-Colombia, 2012, págs.81-83. [Original de acuarimántima, revista bimestral de poesía, número cinco,
julio-agosto, 1974]. Para conocer más, de forma breve y concisa, sobre esta
revista bimestral de poesía, véanse los siguientes artículos: Jaime Jaramillo Escobar, “Retrospectiva poética.
Acuarimántima. Edición completa”, Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol.
XLVIII, Núm. 85, 2014, págs.137-138; Juan José Hoyos,
“Acuarimántima”, El Colombiano, 22 de julio de 2012, http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/A/acuarimantima/acuarimantima.asp; Juan David Torres D., “’Acuarimántima’, revista de
poesía. Un tiempo feliz”, El Espectador, 02 de julio de 2012, http://www.elespectador.com/noticias/cultura/un-tiempo-feliz-articulo-356704; Redacción Vivir en el Poblado, “El segundo aire de
Acuarimántima”, 13 de septiembre de 2012, http://www.vivirenelpoblado.com/periodico/notas-anteriores/5044-el-segundo-aire-de-acuarimantima. Para conocer algunos comentarios acerca de el nexo
entre Helí y la importancia de la revista acuarimántima
en su vida, véase: John Henry
Amariles Mejía, “’Los libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008, http://www.elmundo.com/portal/resultados/detalles/?idx=73779.
[2] Jaime Jaramillo Escobar, “Retrospectiva poética. Acuarimántima. Edición
completa”, Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. XLVIII, Núm. 85, 2014, pág.138,
file:///C:/Users/WIN/Downloads/654-1299-1-SM.pdf. (cursivas mías).
[3] Fragmentos poemas de Helí publicados
en: acuarimántima Edición Completa,
Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012,
págs.81-83. [Original de acuarimántima,
revista bimestral de poesía, número cinco, julio-agosto, 1974]. O: Helí Ramírez
Gómez, Poemas, La ausencia del descanso,
Editorial Universidad de Antioquia, 1975. Biblioteca Virtual de Antioquia, http://biblioteca-virtual-antioquia.udea.edu.co/pdf/12/lit-hrg-ad.pdf.
[4] Beatriz Mesa Mejía, “Helí Ramírez,
ciudad, poema y corazón vivo”, El Colombiano, 23 de julio de 2006, http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/G/g_ciudad_julio23_2006/g_ciudad_julio23_2006.asp. Otros lo presentan como “un gran
poeta Medellinense” y cuentan también que, a Helí, “se le conoce como el
caminante diurno y nocturno del Centro”, como el poeta que “plasmó en sus
creaciones el parlache, antes de que la Real Academia de la Lengua lo aceptara
dentro del castellano”, Andrés Mauricio García Patiño, “Helí Ramírez Gómez:
Poeta antioqueño”, blog virtual Activa Tamtum, 11 de septiembre de 2010, http://activatamtum.blogspot.com/2010/09/poetizate.html. Asimismo, es conocido como “el poeta
de Castilla”, siendo “uno de los escritores más honestos con su propio lenguaje
y con su propia historia: la de un “pelado” que se crió en uno de los barrios
más violentos de la ciudad, sin que eso impida la belleza de su poesía o se
traduzca en una literatura cliché”; una poesía en la cual “no hay complejos por
evidencia lo popular, lo barrial”, Óscar Jairo González Hernández, “Helí
Ramírez: poesía y honestidad”, El Mundo, 10 de marzo de 2012, http://www.elmundo.com/portal/cultura/palabra_y_obra/heli_ramirez_poesia_y_honestidad_%C2%A0.php. Véase también: Redacción Vivir en el Poblado, “El segundo aire de
Acuarimántima”, 13 de septiembre de 2012, donde se reitera la figura de Helí
Ramírez como “el poeta de Castilla, quien con sus poemas bellos y crudos se
encargó de desconcertar por primera vez a Medellín con la dura realidad que
campeaba en los barrios marginales”. Albeiro Rodas, en “Helí Ramírez en mi
cama. Cuentos de barrio alto”, 12 de octubre de 2011, http://albeiror24.wordpress.com/article/heli-ramirez-en-mi-cama-12v5ymiwunp3l-38/, lo recuerda, a Helí, como “el poeta del Doce [de
Octubre]”, barrio aledaño a Castilla, y también como Helí Ramírez, el poeta
“que escribe trabado”. Más sobre esto y algunos datos y experiencias
biográficas precisas, véase también: Luis Fernando Macías, “Helí Ramírez, la gallada en la
pluma”, acuarimántima Edición
Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia,
enero, 2012, págs.571-572. Y Juan José
Hoyos, “Helí Ramírez - Poemas Iustrados”, Tragaluz editores S.A., Medellín -
Colombia, 2012, “Posfacio”, págs.71-83. O Tragaluz editores, “Novedad – Poemas Ilustrados:
Helí Ramirez”, 2012, http://www.mediavueltadigital.com/2012/05/novedad-poemas-ilustrados-heli-ramirez.html. Y finalmente: Universidad EAFIT, Agencia de
Noticias, “Ese Medellín de Fredy y de Helí… De colores y de palabras”, Cultura,
9 de octubre de 2012, http://www.eafit.edu.co/agencia-noticias/historico-noticias/2012/noticias-octubre/Paginas/cultura-heli-ramirez-fredy-serna-fondo-editorial.aspx#.U6svbbHAkRl.
[5] Ibíd.
[6] Ibíd. A la pregunta formulada por la
editora de este artículo, Beatríz Mesa Mejía, sobre si “¿Helí se considera un
poeta urbano, tal como lo definen amigos y críticos?”, este cucho, es decir,
Helí Ramírez Gómez, contesta con la fuerza y la tranquilidad que lo
caracteriza: “Yo no lo he considerado. No lo había pensado, ni lo pienso. Yo
sigo concibiendo mi escritura como inicialmente, un ejercicio o una actividad
personal sin pretensiones de ninguna índole y menos de las que ustedes me dan.
Yo nunca me identifico como escritor. La publicación de mis primeros poemas fue
una sorpresa para mi familia y para mis vecinos…”. Para más sobre esto, véase:
Óscar Jairo González Hernández, “Helí Ramírez: poesía y honestidad”, El Mundo,
10 de marzo de 2012.
[7] Ibíd.
[8] Helí Ramírez Gómez, La ausencia del descanso (1975). Aquí es
importante señalar, en un sentido amplio, la relación que existe (aun) entre
Helí Ramírez (1948) y el conocido cineasta, guionista, poeta y escritor
colombiano Víctor Gaviria (1955). Este último, escribió y publicó en acuarimántima, revista bimestral de
poesía, número trece, enero-febrero 1978 (puede encontrarse también en acuarimántima Edición Completa,
Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012,
págs.210-214), tres años después de publicado el primer libro de poemas de
Helí, un artículo titulado “helí ramírez o la ausencia del descanso” en el que,
además de otras cuestiones particulares, plantea que lo que podríamos denominar
como “vida cotidiana” sería, en términos reales, al “sufrimiento inexpresado,
opaco y casi indiscernible, hecho de negaciones, esperas, humillaciones y
sentimientos impalpables, que recae especialmente sobre miles de hombres
marginados”. Y continúa, y esto es importante en referencia a la poesía de
Helí: “quizá por provenir de allí los poemas de Helí Ramírez son un ojo más
objetivo, más expresivamente implacable y justo sobre nuestra ciudad. Si
tuviéramos con qué medirlo, la intromisión de una palabra en un poema marcaría
una conmoción más alta que muchos fenómenos físicos y sociales. Objetos,
lugares, sentimientos y estados corporales que se viven en una cierta
avergonzada inconsciencia, recuperan su inmediata importancia, como si de golpe
se hicieran visibles y descubriéramos la vida que se consume en ellos. Los
poemas de Helí incluyen palabras y expresiones que al imponerse por su fuerza
interior producen un efecto literalmente liberador. […] Lugares, aceras,
avisos, plásticos, cables eléctricos, situaciones regulares, la poesía los hace
entrar con una conciencia sin vergüenza. […] De la simple aparición de
realidades negadas a la expresión, brota a manera de fuerza contenida, un
intenso lirismo. Un sencillo relato adquiere así inusitada belleza…”.
Concluyendo y resaltando que, “para quien se quiere acercar a su lectura, los
poemas de Helí Ramírez presentan demasiados obstáculos. Pero en ellos hay
muchas cosas que debemos obligarnos a entender sobre la ciudad, sobre el
lenguaje, sobre la poesía. Ahora un nuevo lugar se ha abierto. Desde otra parte
unos muchachos nos hablan…”
[9] John Henry Amariles Mejía, “’Los
libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008. ““Todos en la revista estábamos fascinados con el libro “La Ausencia del
Descanso” [1975], pero sobre todo con “En la parte Alta Abajo” [1979], que
nosotros editamos en Ediciones Acuarimántima. Helí nos lo leyó una noche en la
casa de Daniel Vinogrado, que era cercano a la revista. Esa noche nos leyó
¡Todo el libro! Y nosotros no nos cansábamos. Esa noche cambiamos completamente
de punto de vista sobre Medellín””, afirma Gaviria en esta entrevista. Por su parte, Elkin Restrepo subraya
que “a Helí todavía no lo veo haciendo parte de antologías de la poesía
nacional, porque éstas a veces se hacen desde las conveniencias y creo que eso
le hace bien a su trabajo; porque siempre será diferente, y siempre estará ahí,
a la espera de quien con buen espíritu se acerque a él”.
[10] Luis Fernando Macías, “Helí Ramírez,
la gallada en la pluma”, acuarimántima Edición
Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia,
enero, 2012, págs.571-572.
[11] John Henry Amariles Mejía, “’Los
libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008. Esto, es decir, que
quien quiera acercarse a estudiar o analizar la historia de Medellín en las
últimas cuatro o cinco décadas deba acercarse o se haya acercado a la poesía de
Helí, puede verse reflejado, por citar un caso concreto, en: Jorge Orlando
Melo, “Espacio e Historia en Medellín”, Medellín, 1997, quien afirma aquí que “ya hacia 1990 Helí Ramírez, poeta y novelista, nos dibuja los barrios
locales sin el esquema social de [Carlos] Castro [Saavedra], sino con esas
mangas en la que violan a las peladas y esas esquinas en las que los
adolescentes esperan a ver cuándo roban al tendero, como en la novela La noche de su desvelo (1987) o
en sus libros de poemas, como En
la parte alta abajo (1991) [segunda edición; primera edición, 1979]”. César Herrera (s.f.), director de la
revista ‘Mascaluna’ de Medellín, Colombia, en su breve escrito “Poetas de
Medellín”, http://www.poeticas.com.ar/Antologias/Poetas_de_Medellin/frame.html, nos presenta a Helí Ramírez como, y
esto es clave tenerlo en cuenta, “un poeta que ha contado la historia de Medellín de los años sesenta y
setenta y lo ha hecho con el tono de la gente pobre del barrio Castilla que se
convirtió en el símbolo literario de todos los barrios populares de la ciudad.
En sus poemas, transgrede normas gramaticales y se oyen las voces del obrero
raso, del vendedor ambulante, de los rebuscadores de las esquinas, de los camajanes del viejo barrio Guayaquil
y de los presidiarios. Su lenguaje es coloquial y se puede decir que Helí
Ramírez es el iniciador de la literatura del Parlache […] (palabra asignada al lenguaje
coloquial y cifrado del mundo del hampa de Medellín de la década de los
ochenta) en una asombrosa epopeya de los héroes incógnitos, los que definen la
identidad de las ciudades latinoamericanas.”
[12] Ibíd. Juan José Hoyos también dirá en
el artículo publicado por la Universidad
EAFIT, Agencia de Noticias, “Ese Medellín de Fredy y de Helí… De colores y de
palabras”, Cultura, 9 de octubre de 2012, que, refiriéndose al libro de Helí En la parte alta abajo (1979), “Apenas leí las primeras páginas, pensé que en nuestro
país nadie había hablado de ese modo de los barrios de nuestras ciudades y de
su gente: esos barrios encaramados en las montañas adonde no llegan los carros
de la basura”. A lo que agrega: “Eran poemas con errores de ortografía que
parecían cuentos y que hablaban de las cosas de todos los días en un lenguaje
callejero, vivo, como hablaba la gente. Algunos parecían copiados de los muros.
Al final me dije: por fin nuestros barrios tienen un poeta que es su propia
voz”. En Tragaluz editores, “Novedad – Poemas Ilustrados:
Helí Ramirez”, 2012, aseveran que Helí es “un poeta que ha sabido darle
palabras precisas a la difícil y compleja realidad de las ciudades y barrios
populares de Medellín” y que “siendo local, la poesía de Helí ubica la palabra
sobre aquello que es de todos: el dolor, la tenacidad, la muerte, la esperanza,
el desconsuelo, la amistad, el miedo. Desde la realidad de Medellín, dice con
una voz madura y contundente aquello que viven millones de personas en toda
Latinoamérica”.
[13] Helí Ramírez Gómez, En la parte alta abajo, Colección
Basilisco, Editorial El Propio Bolsillo, Medellín, 1991, segunda edición.
Y acuarimántima
Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia,
2012, págs.196-203. Ese mismo año, es decir, en 1978, en el número dieciséis,
julio-agosto de la revista acuarimántima le
publicarían a Helí un breve artículo-comentario titulado “acercamiento a la
poesía de raúl henao”, acuarimántima Edición
Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012,
págs.264-265. En este artículo Helí dice, refiriéndose en particular a la
poesía del poeta colombiano Raúl Henao y en general a la concepción y forma de
escribir poesía en Colombia hasta su momento, que “en este país de tantos
“Poetas” y tan poca poesía, poquísima, es extraña una poesía con personalidad.
Es extraña una poesía con luz propia”. Al margen de su propia opinión, esta
hipótesis podría ser también aplicada a la poesía del mismo Helí: sin duda, su
poesía es “una poesía con personalidad” poética singular, inusual y que, ante
todo, brilla “con luz propia”.
[14] Víctor Gaviria, “helí ramírez o la
ausencia del descanso”, acuarimántima, revista bimestral de
poesía, número trece, enero-febrero, 1978 (puede encontrarse también en acuarimántima Edición Completa,
Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012,
págs.210-214).
[15] Luis Fernando Macías, “Helí Ramírez,
la gallada en la pluma”, acuarimántima Edición
Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia,
enero, 2012, págs.571-572.
[16] Como lo declara Jaime Jaramillo
Escobar, citado en Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango, “Ramírez, Helí”, http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/quien/quien18a.htm: “«El [barrio] bajo —situado por lo
general en las [partes] altas— halla por primera vez cabal y vívida expresión
en este poeta de tono conversacional, muy importante por ser el más travieso e
informal de los poetas actuales, dominados por el esteticismo. Su aparición
convoca de inmediato a algunos poetas diez años menores que él, quienes aceptan
la propuesta e inician variables cultas del género, con más refinamiento pero
con menos fuerza, o con fuerza pero sin color, y de todos modos guardando una
distancia crítica con el tema, mientras que en la poesía de Helí Ramírez él es
el actor, las cosas le suceden a él, y por eso puede hablar desde dentro de los
acontecimientos, en el riesgo de los mismos, lo que le confiere dramatismo y
autenticidad. Sus libros.., son importantes como dato y como poesía... Helí
Ramírez era una voz necesaria para corregir rumbos. El mismo está cambiando,
como lo muestra su obra, cada vez más compleja. Al final, la poesía antioqueña
le deberá mucho».” Véase la
referencia original en: Jaime Jaramillo Escobar (s.f.), “Medellín en la
poesía”, Biblioteca Básica de Medellín, Epílogo sobre “La poesía en Antioquia”,
especialmente la página 352.
[17] Véase: John Henry Amariles Mejía,
“’Los libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008, donde Helí
asegura él “nunca” se ha “considerado… un demiurgo ni un chamán ni un escogido
por Dios para ser vocero de una comunidad o de un pueblo o de un grupo”, es
decir, escribir poesía no lo hace ni lo ha hecho un ser sobrenatural, divino o
místico, por así decirlo.
[18] Literatura Antioqueña Clásica y
Contemporánea, Autores, “Helí Ramírez Gómez”, http://viztaz.com.co/litera/autores/r/ramigo.html.
[19] John Henry Amariles Mejía, “’Los
libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008.
[20] Ibíd.
[21] Vivir en El Poblado, “En la parte alta
abajo”, 18 de octubre de 2012, http://www.vivirenelpoblado.com/periodico/perfiles-y-reportajes/5475-en-la-parte-alta-abajo.
[22] acuarimántima
Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT,
Medellín-Colombia, 2012, págs.342-346. [Original de acuarimántima, revista bimestral de poesía, número veintiuno,
mayo-junio, 1978]. También pueden encontrarse en: Helí Ramírez Gómez, En la parte alta abajo, Colección
Basilisco, Editorial El Propio Bolsillo, Medellín, 1991, segunda edición. El
último fragmento, y otros aquí incluidos, los poemas en general de que hacen
parte, se publicó nuevamente en: Helí Ramírez Gómez, Cortinas Corridas, Cooperativa de Trabajadores del ISS, Antioquia,
Editorial Lealon, Medellín, 1980.
[23] Juan José Hoyos,
“Helí Ramírez - Poemas Iustrados”, Tragaluz editores S.A., Medellín - Colombia,
2012, “Posfacio”, págs.71-83.
[24] Óscar Jairo González Hernández, “Helí
Ramírez: poesía y honestidad”, El Mundo, 10 de marzo de 2012.
[25] John Henry Amariles Mejía, “’Los
libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008.
[26] Óscar Jairo González Hernández, “Helí
Ramírez: poesía y honestidad”, El Mundo, 10 de marzo de 2012.
[27] Fragmentos de poemas tomados de: Helí Ramírez Gómez, En la parte alta abajo, Colección
Basilisco, Editorial El Propio Bolsillo, Medellín, 1991, segunda edición. En otro poema, dice Helí: “Sensaciones en mi cerebro
raras/ y cuenta me he dado/ que no vivo como pienso ni pienso como vivo…” (En la parte alta abajo, poema ‘IX’).
Traigo a colación este fragmento de poema para señalar que, retomando las
palabras de los redactores de la revista
acuarimántima (Elkin Restrepo, José
Manuel Arango, Miguel Escobar, Daniel Winograd, Víctor Gaviria, Helí Ramírez,
Juan José Hoyos y Anabel Torres), publicadas en el número
veinticuatro-veinticinco, noviembre 1979 – febrero 1980, “ser moderno” en
general, y en particular ser poeta en la modernidad, tiene que ver con
enterarse y tomar consciencia de “la simple constatación de que hay un desnivel
profundo entre las concepciones que tenemos de la vida, y la forma como la vida
realmente funciona”: esto se ve reflejado, en cierta medida, en ese fragmento
de verso -libre- contenido en el poema de Helí. Ver: acuarimántima Edición Completa,
Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012, pág.394.
[28] Laura María Giraldo García,
“Personajes y oficios de calle y barrio. Una mirada sobre la poesía de Helí
Ramírez”, Transeúnte No. 9, revista de opinión, arte y pensamiento, diciembre
de 2012, págs.9-16, http://revistatranseunte.com/images/pdf/TRANSENTE%20Edicin%209.pdf.
[29] El verso libre como forma poética. El
uso de “recursos estilísticos”, lingüísticos, como el hipérbaton, los “puntos
suspensivos”, “la repetición de fonemas”; también recicla y modela
“onomatopeyas, personificaciones, símiles, metáforas, antítesis e hipérboles”,
“isotopías”, “anáforas” y
“aliteraciones”… todo esto en el ámbito literario-poético, valga
recalcarlo.
[30] Ibíd.
[31] Jaime Jaramillo Escobar, Medellín en la poesía, Biblioteca Básica de Medellín, s.f. Epílogo
“La poesía en Antioquia de 1753 a 1953”,
p.315-354.
[32] Helí Ramírez
Gómez, Cortinas Corridas, Cooperativa
de Trabajadores del ISS, Antioquia, Editorial Lealon, Medellín, 1980.
2 comentarios:
Se fue, pero dijo todo lo que tenía que contar.
No hablaba mucho, todo lo escribió...
Es muy importante esto que usted ha hecho. Hay poco sobre Helí Ramírez. Gracias. Escribí esto antes de leer su entrada: https://laparroquiavil.blogspot.com/2024/07/la-ausencia-del-descanso-de-heli-ramirez.html
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