De: El Bebedor Nocturno. (2° Premio en el concurso Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus, Cúcuta, 1977).
El
mundo se había reducido a las proporciones de una bola de canicas con las que
jugaban unos niños al lado de la playa.
Entonces
miré el rostro del ángel de la ventana de Occidente a través de la que todas
las cosas resplandecen en su disímil y excepcional realidad. Una rosa no era
una rosa, un pájaro no era pájaro, una fuente no era una fuente, un zafiro no
era un zafiro. Y de la boca del ángel se escuchaban mil veces estas únicas
palabras: LA REALIDAD ESTÁ EDIFICADA SOBRE EL MIEDO.
Y
me volví apesadumbrado hacia el rostro del ángel de la ventana de oriente a
través de la que todas las cosas resplandecen en su idéntica y semejante
realidad. Una rosa era una rosa, un pájaro era un pájaro, una fuente era una fuente,
un zafiro era un zafiro. Y de la boca del ángel se escuchaban mil veces estas
solas palabras: LA REALIDAD ESTÁ EDIFICADA SOBRE EL AMOR.
Entonces,
volví el rostro hacia el diablo que se miraba largamente en un espejo de fuego a
través del que todas las cosas eran consumidas y renovadas hacia el final de
los tiempos. Y de la boca del diablo escuché mil veces estas terribles
palabras: LA REALIDAD ESTÁ EDIFICADA SOBRE EL FUEGO QUE LA CONSUME Y RENUEVA.
Apesadumbrado,
me volví por última vez hacia los niños que jugaban con la bola del mundo a las
canicas y vi en sus rostros una misma sonrisa de beatitud.
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