NUNCA
HABRÁ PAZ
Aunque el clima benigno
y claro
vuelva a sonreír en el
condado de tu estima
y regresen sus colores,
la tormenta te ha cambiado:
nunca olvidarás la oscuridad
que enturbia tu
esperanza, el vendaval
que profetiza tu caída.
Tienes que vivir con tu conocimiento.
Detrás, más allá, fuera
de ti, hay otros,
viviendo soledades sin
luna que tú no conoces,
pero ellos sí te conocen a ti,
seres de género y de
número desconocido:
y tú no les gustas.
¿Qué les has hecho?
¿Nada? Nada no es una
respuesta:
llegarás a creer (¿cómo
puedes evitarlo?)
que sí lo hiciste, que les hiciste algo;
te encontrarás deseando
hacerles reír,
y anhelarás su amistad.
Nunca habrá paz.
Por lo tanto, pelea con
todo tu coraje
y con todas las
artimañas descorteses que conozcas,
y ten bien claro esto:
su causa, si la tenían,
ya no les importa;
odian por odiar.
W. H. Auden (Londres,
1907- Viena, 1973), Parad los relojes y otros poemas, selección y traducción de
Javier Calvo, Mondadori, Madrid, 1999.
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