EPOCALIPSIS
Estoy harto de la marihuana y el
alcohol,
del éxtasis y la anfetamina,
del ácido lisérgico y la caspa del
diablo,
de la telebasura: partera del terror
y del error que borra el esplendor del
mundo.
Harto, muy harto de todos los medios
del diario consumo.
Estoy harto del orden con que se
encubre la mugre,
cansado de la verdad con que se
disfraza la mentira.
He bebido en tu boca los jugos de la
sombra
y leído en tus manos los signos del
desastre.
Estoy harto de la belleza moderna,
del silicón con que reviste su
esqueleto.
Harto del mundo cada vez más inmundo,
de sus profetas y ministros,
del dios que sólo cabe en sus carteras.
Estoy harto del pasado, del presente y
el futuro,
ese puente falso, lleno de trampas.
Estoy harto del miedo y la valentía,
de las buenas y malas palabras.
La vida
igual que mi computadora
está amenazada por los virus modernos,
de todo el maleficio de los mercados
negros.
"El poeta, el
escritor, es además de testigo y parte de su tiempo, el guardián de las
palabras. Cuando las palabras pierden su sentido o su significado, debido a los
usos desmesurados que de ella hacen la demagogia o el mercantilismo, la
obligación del poeta, del escritor, es renovarlas, reinventarlas, devolverles
su valor, ese valor, que por fortuna, nada tiene que ver con el dinero. La
palabra es la más ligera de las cosas y lleva en sí todas las cosas. La acción
es un lugar, un instante, la palabra es todos los lugares, todo el tiempo. La
verdadera poesía no ha sido nunca ni será la claridad ni la evidencia, sino
todo lo contrario, la que se adentra en la oscuridad del mundo.
Hace dos días que
regresé de Vancouver, Canadá, al llegar a mi vieja casa de Quezaltepeque, era
de noche, una tormenta tropical me dio la bienvenida. Luego que pasó caminé
hacia el centro del patio, en donde tuve la suerte de descubrir entre las
piedras, guiado por su croar a un pequeño sapo, sobre el cual antes de dormir
escribí este pequeño poema, que espero les devuelva el risueño resplandor de la
poesía"
EL SAPO
Refugiado entre las piedras
He descubierto un sapo, un ojo cerrado
El otro abierto, mirándome.
Es Dios, lo sé.
Dios que me habla
Con un ojo abierto, el otro cerrado.
Cuando Dios habla a los humanos
No le gusta que escuchen su voz,
Tampoco que lo entiendan
Porque ese es un problema para quienes
Como yo,
Pretenden entenderlo todo sin entenderlo nada.
Refugiado entre las piedras
He descubierto un sapo, un ojo cerrado
El otro abierto, mirándome.
Es Dios, lo sé.
Dios que me habla
Con un ojo abierto, el otro cerrado.
Cuando Dios habla a los humanos
No le gusta que escuchen su voz,
Tampoco que lo entiendan
Porque ese es un problema para quienes
Como yo,
Pretenden entenderlo todo sin entenderlo nada.
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