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lunes, 21 de julio de 2014

¿Qué se ha dicho sobre Helí? Por: David R. Herrera Castrillón



Acercamiento a la poesía y a la personalidad poética de Helí Ramírez Gómez (1948-)







 Oh mi Medellín colgado de una gota de silencio(Helí Ramírez)


Antes de publicar su primer poemario, La ausencia del descanso (1975), en 1974 a Helí Ramírez Gómez le divulgaron algunos de sus poemas en la revista bimestral de poesía, nacida y distribuida en Medellín en la década de los 70’s y principios de los 80’s, acuarimántima, revista fundada y dirigida en aquel entonces por Elkin Restrepo, José Manuel Arango, Jesús Gaviria, Orlando Mora y Miguel Escobar. Nueve de los setenta poemas que hacen parte del poemario mencionado fueron presentados en el número cinco, julio-agosto, de dicha revista[1]. Ya aquí, en su poesía temprana, empieza a advertirse lo que señalará en general el poeta colombiano Jaime Jaramillo Escobar respecto a la poesía y, en cierta medida, a la actitud poética de Helí Ramírez

“que con su lenguaje propio y descarnado asume la descripción y denuncia de sectores marginales de la ciudad, donde la vida transcurre entre las carencias, los vicios, las violencias, el crimen en todas sus manifestaciones. Y en medio de ese desmadre la poesía como una flor en un muladar.”[2]

     Veamos. Helí vivía por aquellos días en un barrio donde “no tenemos carro de basura/ ni árboles en las esquinas/ ni lámparas en la frente de las casas/ no hay nomenclatura/ no hay agua/ la sed hace de las suyas/ cuando recibe un beso”. En esas esquinas sin árboles se parchan jóvenes y cuchos, pelados de bandas, combos y galladas, a fumar mariguana (junto con “el reloj” que “prende un fósforo/ y se fuma un kilo”) y bajan los disparos como cohetes; los policías provocan náuseas, retorcijones estomacales. Es en este contexto que Helí siente que “desespero sin comer esperando que soplen vientos mejores” porque en su día a día, como muchos otros,  él abría “la boca” y la cerraba “vacía”… incluso a veces sólo que le quedaba “almorzar en cuclillas tristeza con sal”[3].
     A Helí algunos lo catalogan como “poeta y novelista urbano”. Dicen de él que es “un hombre tímido, solitario, lector de las más distintas obras” literarias; “escritor y caminante”, “observador del barrio que inspiró su obra: Castilla”, alguien que “sabe dejar en su obra la esencia de la ciudad y especialmente de los barrios populares”[4]. Así continúa expresándolo Beatriz Mesa Mejía:

“Helí Ramírez, este escritor untado de calle y acera, dolido por los muertos cercanos y lo que no lo son tanto, se extraña con el reconocimiento que hacen los otros de su obra. No se cansa de decir lo afortunado que se siente. A pesar de que hay cosas que lo molestan, por ejemplo, que se haga sociología y política con sus poemas, cuando para él son un hecho estético. Sin embargo, esto ocurre porque en su obra está la vida del barrio, la construcción de la comunidad, los momentos tristes y violentos, los amorosos, lúdicos, felices que han vivido sus habitantes, los niños, los jóvenes, los mayores…”[5]

     La poesía de Helí es sin duda, en términos estéticos, impactante, produce múltiple diversidad de emociones, se introduce en nuestra vivencias y recuerdos, nos conmueve interiormente, sacude nuestras entrañas y -parafraseándolo, como él mismo lo expresa-, contiene elementos que le permitieron la “elaboración de un imaginario propio urbano”: “la ciudad es para mí un medio de conocimiento, de realización, de búsqueda personal material y espiritual. Es vivencia. La ciudad es un poema. Es un poema por sus cosas bonitas y feas…”, afirma Helí[6].
     Juan Cano, gestor cultural, historiador y filósofo medellinense, asegura en este sentido que “Helí toca nuestras vidas, nuestras vidas populares, de barrio, de pequeños pueblos”: “logra tocarnos desde el adobe”. ¿Por qué “desde el adobe”? Porque “Helí logra meternos en el adobe”, es decir “logra meternos a la casa y sacarnos a la acera y ponernos a vivir en lo que hemos vivido todos los días de nuestra vida”. ¿Qué implicaciones trae entonces esta forma de concebir y de escribir poesía? Juan Cano nos responde que, por ejemplo, de esta manera “Helí nos incluye en la historia de nuestros barrios, nos permite ser nosotros, ser importantes en la historia de la construcción de la ciudad”, y esto es clave tenerlo en cuenta[7].
     Ya en el primer (y en otros) poema(s) de La ausencia del descanso (1975) Helí sugiere que su mundo poético es “un mundo invadido/ por la electricidad de las cosas y los hombres”. En este libro la poesía es el mundo -“violentomundo yo/ frío y loco”- del cansancio; la vida y el trabajo cotidiano de un hombre desesperado que piensa que “entre la congestión de las calles mi desasosiego con su cabeza quebrada/ piruetea sobre el abismo de mi destino recogiendo sus chispas”; poesía como ráfagas de disparos “a tiro limpio” que parecen alargarse “por los siglos que vienen…”, o como “las necesidades que forman un muro ante los ojos/ y toca músicas de distintos colores tormentosos”. Aquí poesía es también hacer “el amor/ sin desesperos/ y culatazos en la puerta”; explosiones y “residuos de hombre en la tierra” y la pregunta por “cómo rescatar la noche de este maldito diciembre”; escribir: “a las seisyveinte de la tarde/ no cree en nadie el sol/ que se perdió hace meses/ con ganas de echar humo” o, simplemente, “la ciudad despierta un recuerdo…”. O algo como: “ríen mis muslos con las estrellas/ fumando arcos iris sobre las llanuras del gentío”. La poesía en la ciudad –en Medellín–, ciudad que es y ha sido “un océano de sangre”, se manifiesta en este poemario como un constante e ininterrumpido “ruido que navega agrio e indefinido”. En definitiva, y en general, aquí la poesía se vive y se experimenta como lo que realmente es, es decir como la ausencia del descanso[8].

***


John Henry Amariles Mejía, en su trabajo de periodismo Los libros matan, hermano (2008), hace un entrevista a Helí Ramírez y comenta, presentándolo, que Helí es “un poeta antioqueño que supo incorporar a su poesía el lenguaje barrial, cercano al relato y a la creación de personajes y ambientes”. En este artículo se encuentran además algunos fragmentos de otras entrevistas hechas a ciertas personas cercanas e íntimas a Helí. Por ejemplo, Víctor Gaviria dice aquí que Helí “sabe que es un poeta distinto” y que la “belleza” tan singular de su poesía “no es de princesas ni lo que es la belleza habitual; de ahí la fuerza que hace para inventarse, para escribir poesía”, puntualiza. Elkin Restrepo declara no saber “si la obra de Helí es tan conocida en Colombia como uno quisiera” -ya que “en Medellín si lo es, y cada vez más. Por su supuesto, con enorme respeto y reconocimiento, porque es una poesía sui generis, es muy distinta de las demás; tiene el atractivo de que está respaldada por una actitud del autor muy radical, clara, y definida”, precisa[9].
     Teniendo en cuenta lo que Luis Fernando Macías menciona, con posterioridad, en su artículo Helí Ramírez, la gallada en la pluma (2012): “La historia de Helí [en particular y de su poesía en general] es también la historia de Medellín como ciudad”[10], no es descabellada la anotación de Elkin Respecto que enfatiza que “la poesía de Helí tiene cierta vocación de permanencia, es importante y se leerá en el futuro porque si alguien quiere pensar la Medellín de los años setenta en adelante, necesariamente tiene que acudir a Helí”[11]. Por su parte, Juan José Hoyos, periodista y escritor medellinense, piensa ciertamente que Helí “se ve a sí mismo como un habitante más de nuestra ciudad. […] él no ha dejado de ser el mismo: una especie de camaján de barrio pero que escribe poesía”. En ese sentido, añade que la poesía de Helí

“es muy importante, muy singular. Es la primera vez que yo siento como que un poeta habla con nuestra propia lengua la historia de nosotros, especialmente de los que crecimos en los barrios populares de ciudades como Medellín. Después de los años 50, 60, no he visto otra poesía así. Es una poesía que cambió muchas cosas de la poesía colombiana contemporánea. Para mí es como un milagro, porque describe un mundo de pura vida y que poco había trascendido a la literatura escrita. Diría que de pronto un antecedente son los cuentos de Umberto Valverde en ‘Bomba Camará’. Pero en poesía no había visto eso”[12].


***


En 1979 saldría a la luz su segundo poemario, titulado En la parte alta abajo, el cual se editaría nuevamente en 1991, libro que marcó un punto nodal, y que es un precedente histórico, no solo en la poesía de Helí como tal, sino también en la poesía nacional contemporánea. Meses antes de su publicación oficial, en el número trece, enero-febrero, 1978, de la entonces revista bimestral de poesía antes mencionada, aparecen algunos de los poemas que harán parte de dicho poemario (“eran las tres de la tarde las tres”, “en la cancha”, entre otros)[13]. Aquí Helí desborda su personalidad poética de forma tan libre que constata lo dicho por Víctor Gaviria respecto a su poesía: “En temas completamente prosaicos, en narración casi convencional, el verso se fragmenta de una forma tan arbitraria, pero al mismo tiempo tan constante e intencional, que uno no puede sino concluir que se trata de una profunda sabiduría del ritmo”[14].               

“Voy a seguir diciendo quién soy yo fuera de tantas otras cosas que soy
lo voy a seguir diciendo sin achantarme.

Nací como muchos otros no soy el único
en medio de disparos de revólver y fusil en medio de regueros de sangre.

OH san sangre
que te acabaste de coronar de santidad en este siglo veinte

Me enseñó desde pelado la vida como es la vida.

Tengo en mí un poquito de cosas buenas
y muchas muchas cosas malas en mí tengo

Mis parientes antiguos según chismes
eran brujos duendes y matones
y si llegaba un forastero a la casa se escondían

Odio a los hombres y sus máquinas

Odio a los trapos sucios y feos que me pongo
y odio la ropa fina y bonita

En la ciudad aprendí a no querer siquiera un árbol o un animalito

AH la muerte con su sueño sereno fresco no se preocupa de la vida

Confianzas con nadie no me gusta ni siquiera con la cucha y los hermanos

Me vuelvo un zancudo y salgo volando picando en un cerebro

No creo en las palabras y con los hechos dudo…”


     
     Un fragmento de otro de sus poemas contenidos En la parte alta abajo (1979):

“Soy áquel
               áquel
                             áquel

Soy el que con una pata mocha anda las calles
gritando que arregla sombrillas dañadas y ollas a presión.
soy el que enfrentando tombos y rayas
entra a un banco por billetes
así tenga que saltar manchas de sangre
para no dejar las huellas de los sueños rotos
soy el que sentado en una acera espera
le compren un confite de su soledad entre carros y gente
soy una mano con sus dedos inchados de camellar
soy tantas cosas que de sentirme tantas cosas
siento que no soy nada……………………………………………
…………………………………… ileras de ilusiones
                                  navegan en la masa de mi cerebro.”  


     En cuanto a la relevancia literaria, artística y estética de este poemario, en particular, en el ámbito de la poesía local y nacional contemporánea, Luis Fernando Macías comenta y sostiene que:

“La aparición de algunos poemas en La parte alta abajo en el número trece de Acuarimántima, especialmente “Eran las tres de la tarde, las tres” y “Jugaba de alero”, marcó de un modo definitivo la formación de los que entonces éramos aprendices de escritores y, curiosamente, ese hecho cambió la literatura colombiana en una dimensión que todavía no es posible definir porque se halla en marcha. En nuestra literatura local, por lo menos, creó una especie de cartografía de los barrios que trazó el mapa sentimental de la ciudad y nos dio, como antes lo había hecho Carrasquilla, el valor de hablar de lo íntimo de nosotros mismos, sin el temor de que no fuera materia universal. Por eso entre nosotros la obra de Helí tiene el significado de la ciudad misma y es pionera de un modo de decir, de entender lo que somos. Respecto a ella, podríamos decir que es un canto vigoroso que descubre el odio, la violencia, el sufrimiento de la pobreza y  del malevaje, al mismo tiempo que celebra el goce de vivir y la confluencia de lo tierno en lo duro, como si dijéramos “la belleza de la fealdad” o “la suavidad del horror” en la ciudad que, al ir creciendo, se vuelve cada vez más sórdida.”[15]

     Otros se han referido a esta obra, en el marco de “nuestra literatura” o más bien de nuestra poesía “nacional” –colombiana–, como un “caso” insólito, creativo e innovador. Dicen que En la parte alta abajo “es un libro de poemas”, pero no cualquier libro de poemas, sino uno especial, “muy peculiar”: es un libro que simultáneamente “da hacia la poesía y el relato”, gestando una forma particular de –en cierto sentido- poesía conversacional[16] conjugada a la vez con cierto carácter antipoético[17] que en general asume el autor frente a su trabajo artístico: “como relato tiene tesis y estructuras, pero como [poesía] se anega en una ternura ácida y primitiva que muestra belleza hasta en una violación indeciblemente dolorosa, bestial. Por eso es un libro único”, según ciertas personas, e incluso señalan que “cabe uno de sus poemas en una antología del cuento” local y/o nacional[18]. Esto explica tal vez por qué Guillermo E. Baena, quien fuera editor de la ya no existente revista de poesía ‘Deshora’, piensa que

“desde que Helí publicó “En la Parte Alta Abajo” ya se descubrió en él un buen poeta, un poeta muy distinto a los que teníamos en Medellín; rompió con mucha tradición. Algo de eso se conocía ya, sobre todo con algunos poetas norteamericanos, de la generación beat, que hacían unos planteamientos frente a la ciudad, sobre la actitud de una persona en el mundo, cuestionándose la sociedad de consumo, todo este tipo de cosas. Pero, en el medio colombiano Helí es algo nuevo, fresco. 

Habla con el lenguaje nuestro, sin esa grandilocuencia a la que nos tenían acostumbrados muchos poetas que ya estaban en desuso. Helí en cambio nos propone un lenguaje de la gente del común; con una gran ironía, con un gran sentido de la solidaridad, de la gallada, del barrio. Por eso es que Helí se ha hecho un espacio propio acá, por eso es una voz que va a sonar mucho tiempo en la poesía colombiana.”[19]

     Elkin Restrepo confluye, en cierta medida, con lo mencionado hasta ahora: En la parte alta abajo, dice, “es una de las obras de poesía más importante de la literatura colombiana de todos los tiempos, en donde su poesía está muy cerca del relato y de la creación de personajes y ambientes. Por primera vez en la poesía colombiana está el lenguaje barrial, con su sintaxis, con sus términos”, asegura[20]. Sin temor a decirlo, este libro cambió, ha cambiado y puede hasta cierto punto seguir cambiando, trastornando y metamorfoseando la forma no solo de hacer sino también de leer poesía en Colombia.
     Hay quienes consideran que, por otra lado, con la publicación de En la parte alta abajo una “buena parte de Medellín supo de la existencia de Helí Ramírez, a la par que se enteró de cómo se vivía en un barrio popular de la ladera noroccidental de la ciudad”, de “cómo vivían o, más bien, sobrevivían en [el barrio] Castilla, qué hacían día y noche los pelados de gallada, trabajadores y malevos, y las cuchas y los cuchos que de porfiados levantaban familias en medio de la pobreza endilgada por el desplazamiento” forzado en general. Con este libro, en cierta medida, Helí Ramírez “partió en dos la historia de la poesía en Colombia. Sencillamente porque antes de Helí no hubo otro que [en concreto] escribiera como él” lo hizo -y lo sigue haciendo[21]:  

“Caricias dormidas en su mirada
los postes de la energía los únicos quietos entre el tumulto de sustos
fotografiando en sus cerebros el rostro del terror
sin cabeza las estrellas a la tierra caen
bolas de candela caen y corren a ver si se alcanzan la una a la otra y no se alcanzan
las hormiguitas trepan por los muros
un gato salta de la tristeza a la ciudad y de la ciudad a la tristeza
y la sombra de los tiempos idos oliendo a mortecina.”

Valga señalar que en el número veintiuno, mayo-junio 1978, de la revista bimestral de poesía acuarimántima, dos o tres meses antes que la misma revista -en coordinación con ediciones hombre nuevo- coeditaran y publicaran este libro escrito por Helí, En la parte alta abajo, salen a la luz otros ocho poemas que integrarían también dicho poemario. En ellos, por ejemplo, se destacan algunos versos y líneas poéticos como: “confíe en la desconfianza y que el escándalo los demás lo hagan”; “ella es una virgencita/ devoradora de gavilanes/ con toneladas de solidaridad carnal/ Bebía trago fino y ordinario/ tiraba coza y parecía una gallina tragando maíz con las pepas”; “Encendido el sueño en la realidad asustada/ la locura hace agradable al mundo común/ y la noche no llegó hueca de delirios”; “La mirada de la cucha al oír la noticia/ la forma como fue soltando la bocina/ Las escalas en alboroto/ Vomitó las costumbres/ el rostro de mi hermano como dormido”[22].

***

Para contar el mundo que habitamos, las calles que recorremos día a día, donde vivimos y morimos, Helí Ramírez ha usado la lengua que hablamos. ¿Qué otra cosa es la poesía?” (Juan José Hoyos)[23]

Si bien Helí Ramírez afirma no saber por qué se inclinó por escribir poesía y no otra cosa (ni para qué lo hizo –y aun lo hace–), entendida la poesía “como vehículo de expresión” subjetiva, él no niega la importancia de la crítica literaria en cuanto ayuda “a enderezar las cargas durante la marcha por la especulación y la farsa en que vivimos los artistas”. Lo que sí tiene claro es “que el poeta y el escritor vive y escribe, escribe y vive, y tiene que afrontar el momento histórico que le toque de acuerdo a su propia conciencia[24]: es eso, grosso modo, lo que ha hecho él durante todo el transcurso de su vida, en especial de su vida poética; o en otras palabras, en el trasegar de su existencia personal en complicidad con la poesía.      
     Para él, valga señalarlo, “la literatura” en particular y “el arte” en general “es ficción y realidad” -y viceversa-. Es por eso que “la mayoría de los personajes de” sus “libros”, un “85%” aproximadamente, y por decir algo, “es gente real”[25]. Así pues, Helí no (re)construye la “realidad”, sino que “la realidad, puede ser”, lo “construye” a él y es en esa medida que “realidad e imaginación” mantienen en su poesía una “recíproca alimentación” [26] (“A cuantas tengo huyo de la realidad/ De un momento a otro realidad te vuelvo flecos a balazos/ y sigues siendo una cochinada en mi cerebro”; “Por segundos logro huir/ en segundos también me vuelve la realidad a alcanzar/ me vuelve a acorralar y aniquilarme no logra”; “Mi cerebro…/ en mi cerebro imaginación y realidad/ no tienen de separación ni una luz”[27]).
     En relación a lo anterior, Laura María Giraldo García menciona en su ensayo titulado Personajes y oficios de calle y barrio. Una mirada sobre la poesía de Helí Ramírez (2012), lo siguiente:

“leer a Helí Ramírez es encontrarse con personajes que hacen parte de la vida real, que están tan cerca de nosotros que, a veces, no percibimos, no sentimos, no escuchamos; son los mendigos, los sicarios, las putas, los vendedores ambulantes, los escritores, los ladrones, las amas de casa, las madres solteras, los vendedores de frutas, las estatuas humanas, los mecánicos… y otros tantos, los personajes que atraviesan las páginas de sus poemas y de sus palabras.”[28]

     Ella califica a Helí Ramírez como poeta versátil, como alguien que “pone en duda, incluso, su mismo calificativo de poeta”, indicando que en sus textos dicho autor reúne una compleja “multiplicidad de temas” y hace uso de una rica “diversidad de recursos estilísticos”[29], en términos lingüísticos, que marcan “su auténtica forma de manejar las palabras, las letras, las oraciones y hasta el papel”. Helí Ramírez es para Laura Giraldo la “otra cara de la poesía en la que más que estructura, más que forma, es el inigualable sentido y los múltiples sentimientos por los cuales el lector se ve atravesado” lo que caracteriza y le imprime fuerza no solo a su personalidad poética sino también a su poesía, “poesía que se mueve entre lo duro y lo mordaz que puede resultar el mundo, entre las ilusiones de habitar uno mejor y entre la magia que es posible encontrar en esa frialdad y en esa cotidiana y constante desesperanza” que tanto identifica a Helí como persona y ser social, como ciudadano y poeta de barrio popular, de colina, ubicado en una parte alta abajo del noroccidente de Medellín[30].
     Por su parte, Jaime Jaramillo Escobar, en su texto sobre La poesía en Antioquia de 1753 a 1953 (s.f.), se refiere a Helí Ramírez como un “poeta de tono conversacional, muy importante”, “travieso e informal” que, en el contexto “de barrio bajo –por lo general situado en las partes altas–“,  da “por primera vez cabal y vívida expresión” poética a las diferentes formas de vivir, experimentar y luchar la ciudad desde ciertas zonas marginadas y populares de la misma. Luego nos dice que, y esto hay que resaltarlo, “en la poesía de Helí Ramírez él es actor, las cosas le suceden a él, y por eso puede hablar desde dentro de los acontecimientos, en el riesgo de los mismos, lo que le confiere dramatismo y autenticidad” a su poesía. Es posible afirmar entonces que, en términos generales, Helí Ramírez aportó, y sigue contribuyendo de manera especial a la liberación y enriquecimiento de la poesía local y nacional contemporánea y que, continuando con lo planteado por el ex-nadaísta X504, Helí fue y aún es “una voz necesaria para corregir rumbos” y para crear o nutrir unos nuevos. Su poesía es amplia y cambiante, “como lo muestra su obra, cada vez más compleja”; sin embargo, “el peligro está en la facilidad de imitarlo” (aunque es inigualable), “pero esa es precisamente la trampa que él les pone a los poetas sin genio”, advierte Jaramillo Escobar[31].   
     
  
    ***


En 1980, la Cooperativa de Trabajadores del ISS (Instituto de Seguros Sociales) de Antioquia financió la publicación de Cortinas Corridas, libro en el que Helí explora otras vertientes de su poesía, sin perder su fuerza y brillo singular, característico. Este es un poemario en el que “se espande en llamas/ la sombra loca de un proyecto”; poemario “en donde la aventura enreda a la existencia”, y en el que “hierven los sentimientos” de Helí, quien “en un arrebato/ ante el destino se quita sus capuchas”, dando espacio a y trabajando sobre los “surcos de locuras” que “florecen en” su “cerebro/ y les echo combustible/ a crecer bonitos entiende…”. Helí Ramírez Gómez desborda aquí, inconteniblemente, su locura poética original, no “de marca ordinaria”, en versos como: “la gracia de la bestialidad reside/ en la limpieza total/ de manchitas de piedad”; “el inicio se le marea al fin…/ a cada cual le olfateo su modo de ser”: “espectacular la ancha diferencia de temperamentos”; “deshilvana mentiras la imaginación/ y en los parches de la ignorancia/ paisajes vinagres de un fracaso”; “en claves maniobreo desgracias avisadas”; “los sentidos elaboran/ sus puertas y ventanas/ en trozos de ilusiones/ a un precio poco recomendable/ Juegos de pelados convertidos en seriedades”[32].  
     Leyendo lo que encontramos en el interior del poemario de Helí, lo que sus Cortinas Corridas nos ocultan o destapan, uno se da cuenta por qué en su poesía son “estupendo fertilizante los hechos crudos”, y por qué “en la rutina me oculto/ y fomento rifas de calamidades”, como él mismo lo anota. Allí captamos, escuchando las dulces melodías emanadas de la basura poética citadina, introduciéndonos en la experiencia artística de un sujeto escéptico e intransigente, de “emoción maniatada” pero devastadora, cómo “la locura/ sobrepasa/ los gestos”, subrayando y dejando entrever algunos rasgos ejemplares y propios de la personalidad poética de Helí… por ejemplo: “Le dejo la mano a la verdad estirada/ le organizo carnaval a mis dudas/ y mi locura a una obligación flaca horroriza”; “Enseño a crear colmenas de estrellas/ en soberbios tiestazos en la nuca/ enseño a parar respiraciones/ en esquisitos tiros/ y semanas le dedico a características asesinas/ moldeándoles su funcionalidad” (¿poética?).
      En una cuerda floja, oscilando “en el trajín herido de verdades y mentiras”, sobreviviendo entre “zanos” y hampas, desesperado en el pegote del aburrimiento y la violencia perpetuada, de imaginación activa y misteriosa, testigo de cómo los seres humanos se evaporan a sí mismos, trágico, frío y de mente revuelta y desordenada, en Cortinas Corridas Helí Ramírez evoca un mundo poético donde está arraigado, según sus palabras, “…el hilo reventado de mi locura…” –“mi locura/ risueña de destrucción/ empacando planes/ viendo tántas payasadas de sensibilidad” individual y colectiva, que incluso “los sentimientos en ruinas/ reduciendo riesgos/ iluminan una bodega de sorpresas”. Es imposible pues no festejar, entusiasmarse y extasiarse con la poesía de Helí, es decir leerla, explorarla y vivirla “con el goce de un pelado admirando su carrito de baterías/ chocando en las patas de los muebles y paredes”… al fin y al cabo “somos una fuente de felicidad los pobres disimulada”. 
      
“Puerta a puerta la locura
                 locura de brujo
                 haciendo del edificio
                 un ave de tres alas
                 mal intencionada

                         Locura de duende corrido
                         introduciendo chillidos
                         en las bombillas de la ciudad
                         y mudez en las pantallas de los teatros

Locura de asesino
elaborando el plan
para destruir una especie viviente

                   Locura sexual penetrando un durito
                   y la monedera estrecha de una cuarentona
                   de cuerpo cuidado

Locura de loco
enlocurando su alrededor:
               las aguas de plantas hidroeléctricas
               y las lluvias
               la tierra encementada y plastificada
               el aire y la máquina…

…Locura jhajhajhajhajhajhaaa…

                  locura gozándose
                  gozándose la simplicidad de lo normal.”

     Helí se expone y presenta a sí mismo, a su poesía y a su personalidad poética en general, como “caja fuerte para lamentos insegura”: en Cortinas Corridas, dice, “asumo el papel de bobo y soy maestro labrado en él/ quienes no me conocen determinan atronamiento y mudez”. También señala, como bien sabemos, que él y sus vecinos de barrio vivían en la miseria, entrando a ella con boleta gratuita y hasta VIP, llevando “kilos de humillación” como medallas en el cuello o trofeos en los brazos, ganando “hechos sucios” e “ilusiones quemadas/ a la temperatura de la sangre”, celebrando la victoria a la llegada de la noche “envueltos en una duchada de locuras” e inmersos en una “realidad” que “no se aventura ni a mirarnos”, situación de exilio, pan diario de los ninguneados.
     A continuación, otro fragmento de lo que Helí es y representa, en un sentido literal (y literario):
        
“Soy secta
         soy gallada
                 soy banda
                         soy combo
                                    soy vida violenta
                                    adorador de la acción
                                    en hechos zollados y efectivos
                                    jhajhajhajhajhajhajha…”

Sintetizando, en Cortinas Corridas la locura de Helí abre y cierra calles, puertas y ventanas, acorralando la razón, razón desnuda e “insuficiente de calor atacante” y con “olor a alcantarillado”,  a la vez que ocultándose de ella. En este poemario,  observa Helí, implícitamente, “enloquezco para adentro”; “el destino y su sombra sin forma precisa/ baila anheloso alrededor de un suspiro/ y la razón cuando me ve pide auxilio”; mientras, “bombas de ruidos mueven sus cuerpos/ y sus golpecitos musicales aceleran mi locura”. En ese sentido, escribe: “Volviendo a mí/ a mí volviendo/ la locura no me abandona/ en los cambios de mi ser”; “Me gozo al ser humano yo viéndole sus cositas y…/ uy qué locura/ sabe a zapote dulcesito…”; “Locolocoreloco mi cerebro en el encantico bobo de la realidad/ no cree es en nada y va a la fija/ Soy el príncipe de la frialdad ahogando los sentidos”.      

    ***


La noche de su desvelo, novela publicada en 1986, es una evidencia importante del interés y la preocupación general, artística, estética y literaria de Helí Ramírez por explorar y experimentar diferentes formas de escribir, vivir y contar la ciudad y su concepción personal sobre la misma. Amariles Mejía nos advierte que “la novela ‘La Noche de su Desvelo’”, como la mayor parte de la poesía de Helí, “también se basa en hechos y personajes reales”. Victor Gaviria, por su parte, opina que esta novela “es un sueño”. Y argumenta: “Ahí están los elementos de la realidad, de una familia, desde el ladrón hasta el profesional, pasando por el papá campesino. O sea, está toda la ciudad, vista desde el barrio popular”[33].
     Su trabajo a inspirado no sólo a autores como Gaviria, quien se ha visto seducido por llevar esta novela al cine, sino también a jóvenes artistas de la ciudad de Medellín que, por colocar un ejemplo, trabajan desde las prácticas visuales y en el año 2012 realizaron un cortometraje que interpreta un fragmento de La noche de su desvelo, obra literaria “del maestro Helí Ramírez Gómez”, producido por MAGNOfilms, presentado en el II Festival CICA (Cine de Castilla, realizado entre 1-5 de noviembre 2013) y titulado “Mis Gallinitas”, que termina con una contundente y fuerte exclamación que concentra un aspecto clave de lo narrado por Helí particularmente en dicha novela: “¡No sabemos de donde diablos sale tanta hambre!”[34].
      
     
    
        


[1] acuarimántima Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012, págs.81-83. [Original de acuarimántima, revista bimestral de poesía, número cinco, julio-agosto, 1974]. Para conocer más, de forma breve y concisa, sobre esta revista bimestral de poesía, véanse los siguientes artículos: Jaime Jaramillo Escobar, “Retrospectiva poética. Acuarimántima. Edición completa”, Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. XLVIII, Núm. 85, 2014, págs.137-138; Juan José Hoyos, “Acuarimántima”, El Colombiano, 22 de julio de 2012, http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/A/acuarimantima/acuarimantima.asp; Juan David Torres D., “’Acuarimántima’, revista de poesía. Un tiempo feliz”, El Espectador, 02 de julio de 2012, http://www.elespectador.com/noticias/cultura/un-tiempo-feliz-articulo-356704; Redacción Vivir en el Poblado, “El segundo aire de Acuarimántima”, 13 de septiembre de 2012, http://www.vivirenelpoblado.com/periodico/notas-anteriores/5044-el-segundo-aire-de-acuarimantima. Para conocer algunos comentarios acerca de el nexo entre Helí y la importancia de la revista acuarimántima en su vida, véase: John Henry Amariles Mejía, “’Los libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008, http://www.elmundo.com/portal/resultados/detalles/?idx=73779.
[2] Jaime Jaramillo Escobar, “Retrospectiva poética. Acuarimántima. Edición completa”, Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. XLVIII, Núm. 85, 2014, pág.138, file:///C:/Users/WIN/Downloads/654-1299-1-SM.pdf. (cursivas mías).
[3] Fragmentos poemas de Helí publicados en: acuarimántima Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012, págs.81-83. [Original de acuarimántima, revista bimestral de poesía, número cinco, julio-agosto, 1974]. O: Helí Ramírez Gómez, Poemas, La ausencia del descanso, Editorial Universidad de Antioquia, 1975. Biblioteca Virtual de Antioquia, http://biblioteca-virtual-antioquia.udea.edu.co/pdf/12/lit-hrg-ad.pdf
[4] Beatriz Mesa Mejía, “Helí Ramírez, ciudad, poema y corazón vivo”, El Colombiano, 23 de julio de 2006, http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/G/g_ciudad_julio23_2006/g_ciudad_julio23_2006.asp. Otros lo presentan como “un gran poeta Medellinense” y cuentan también que, a Helí, “se le conoce como el caminante diurno y nocturno del Centro”, como el poeta que “plasmó en sus creaciones el parlache, antes de que la Real Academia de la Lengua lo aceptara dentro del castellano”, Andrés Mauricio García Patiño, “Helí Ramírez Gómez: Poeta antioqueño”, blog virtual Activa Tamtum, 11 de septiembre de 2010, http://activatamtum.blogspot.com/2010/09/poetizate.html. Asimismo, es conocido como “el poeta de Castilla”, siendo “uno de los escritores más honestos con su propio lenguaje y con su propia historia: la de un “pelado” que se crió en uno de los barrios más violentos de la ciudad, sin que eso impida la belleza de su poesía o se traduzca en una literatura cliché”; una poesía en la cual “no hay complejos por evidencia lo popular, lo barrial”, Óscar Jairo González Hernández, “Helí Ramírez: poesía y honestidad”, El Mundo, 10 de marzo de 2012, http://www.elmundo.com/portal/cultura/palabra_y_obra/heli_ramirez_poesia_y_honestidad_%C2%A0.php. Véase también: Redacción Vivir en el Poblado, “El segundo aire de Acuarimántima”, 13 de septiembre de 2012, donde se reitera la figura de Helí Ramírez como “el poeta de Castilla, quien con sus poemas bellos y crudos se encargó de desconcertar por primera vez a Medellín con la dura realidad que campeaba en los barrios marginales”. Albeiro Rodas, en “Helí Ramírez en mi cama. Cuentos de barrio alto”, 12 de octubre de 2011, http://albeiror24.wordpress.com/article/heli-ramirez-en-mi-cama-12v5ymiwunp3l-38/, lo recuerda, a Helí, como “el poeta del Doce [de Octubre]”, barrio aledaño a Castilla, y también como Helí Ramírez, el poeta “que escribe trabado”. Más sobre esto y algunos datos y experiencias biográficas precisas, véase también: Luis Fernando Macías, “Helí Ramírez, la gallada en la pluma”, acuarimántima Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, enero, 2012, págs.571-572. Y Juan José Hoyos, “Helí Ramírez - Poemas Iustrados”, Tragaluz editores S.A., Medellín - Colombia, 2012, “Posfacio”, págs.71-83. O Tragaluz editores, “Novedad – Poemas Ilustrados: Helí Ramirez”, 2012, http://www.mediavueltadigital.com/2012/05/novedad-poemas-ilustrados-heli-ramirez.html. Y finalmente: Universidad EAFIT, Agencia de Noticias, “Ese Medellín de Fredy y de Helí… De colores y de palabras”, Cultura, 9 de octubre de 2012, http://www.eafit.edu.co/agencia-noticias/historico-noticias/2012/noticias-octubre/Paginas/cultura-heli-ramirez-fredy-serna-fondo-editorial.aspx#.U6svbbHAkRl.    
[5] Ibíd.
[6] Ibíd. A la pregunta formulada por la editora de este artículo, Beatríz Mesa Mejía, sobre si “¿Helí se considera un poeta urbano, tal como lo definen amigos y críticos?”, este cucho, es decir, Helí Ramírez Gómez, contesta con la fuerza y la tranquilidad que lo caracteriza: “Yo no lo he considerado. No lo había pensado, ni lo pienso. Yo sigo concibiendo mi escritura como inicialmente, un ejercicio o una actividad personal sin pretensiones de ninguna índole y menos de las que ustedes me dan. Yo nunca me identifico como escritor. La publicación de mis primeros poemas fue una sorpresa para mi familia y para mis vecinos…”. Para más sobre esto, véase: Óscar Jairo González Hernández, “Helí Ramírez: poesía y honestidad”, El Mundo, 10 de marzo de 2012. 
[7] Ibíd.
[8] Helí Ramírez Gómez, La ausencia del descanso (1975). Aquí es importante señalar, en un sentido amplio, la relación que existe (aun) entre Helí Ramírez (1948) y el conocido cineasta, guionista, poeta y escritor colombiano Víctor Gaviria (1955). Este último, escribió y publicó en acuarimántima, revista bimestral de poesía, número trece, enero-febrero 1978 (puede encontrarse también en acuarimántima Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012, págs.210-214), tres años después de publicado el primer libro de poemas de Helí, un artículo titulado “helí ramírez o la ausencia del descanso” en el que, además de otras cuestiones particulares, plantea que lo que podríamos denominar como “vida cotidiana” sería, en términos reales, al “sufrimiento inexpresado, opaco y casi indiscernible, hecho de negaciones, esperas, humillaciones y sentimientos impalpables, que recae especialmente sobre miles de hombres marginados”. Y continúa, y esto es importante en referencia a la poesía de Helí: “quizá por provenir de allí los poemas de Helí Ramírez son un ojo más objetivo, más expresivamente implacable y justo sobre nuestra ciudad. Si tuviéramos con qué medirlo, la intromisión de una palabra en un poema marcaría una conmoción más alta que muchos fenómenos físicos y sociales. Objetos, lugares, sentimientos y estados corporales que se viven en una cierta avergonzada inconsciencia, recuperan su inmediata importancia, como si de golpe se hicieran visibles y descubriéramos la vida que se consume en ellos. Los poemas de Helí incluyen palabras y expresiones que al imponerse por su fuerza interior producen un efecto literalmente liberador. […] Lugares, aceras, avisos, plásticos, cables eléctricos, situaciones regulares, la poesía los hace entrar con una conciencia sin vergüenza. […] De la simple aparición de realidades negadas a la expresión, brota a manera de fuerza contenida, un intenso lirismo. Un sencillo relato adquiere así inusitada belleza…”. Concluyendo y resaltando que, “para quien se quiere acercar a su lectura, los poemas de Helí Ramírez presentan demasiados obstáculos. Pero en ellos hay muchas cosas que debemos obligarnos a entender sobre la ciudad, sobre el lenguaje, sobre la poesía. Ahora un nuevo lugar se ha abierto. Desde otra parte unos muchachos nos hablan…” 
[9] John Henry Amariles Mejía, “’Los libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008. ““Todos en la revista estábamos fascinados con el libro “La Ausencia del Descanso” [1975], pero sobre todo con “En la parte Alta Abajo” [1979], que nosotros editamos en Ediciones Acuarimántima. Helí nos lo leyó una noche en la casa de Daniel Vinogrado, que era cercano a la revista. Esa noche nos leyó ¡Todo el libro! Y nosotros no nos cansábamos. Esa noche cambiamos completamente de punto de vista sobre Medellín””, afirma Gaviria en esta entrevista. Por su parte, Elkin Restrepo subraya que “a Helí todavía no lo veo haciendo parte de antologías de la poesía nacional, porque éstas a veces se hacen desde las conveniencias y creo que eso le hace bien a su trabajo; porque siempre será diferente, y siempre estará ahí, a la espera de quien con buen espíritu se acerque a él”.         
[10] Luis Fernando Macías, “Helí Ramírez, la gallada en la pluma”, acuarimántima Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, enero, 2012, págs.571-572.   
[11] John Henry Amariles Mejía, “’Los libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008. Esto, es decir, que quien quiera acercarse a estudiar o analizar la historia de Medellín en las últimas cuatro o cinco décadas deba acercarse o se haya acercado a la poesía de Helí, puede verse reflejado, por citar un caso concreto, en: Jorge Orlando Melo, “Espacio e Historia en Medellín”, Medellín, 1997, quien afirma aquí que “ya hacia 1990 Helí Ramírez, poeta y novelista, nos dibuja los barrios locales sin el esquema social de [Carlos] Castro [Saavedra], sino con esas mangas en la que violan a las peladas y esas esquinas en las que los adolescentes esperan a ver cuándo roban al tendero, como en la novela La noche de su desvelo (1987) o en sus libros de poemas, como En la parte alta abajo (1991) [segunda edición; primera edición, 1979]”. César Herrera (s.f.), director de la revista ‘Mascaluna’ de Medellín, Colombia, en su breve escrito “Poetas de Medellín”, http://www.poeticas.com.ar/Antologias/Poetas_de_Medellin/frame.html, nos presenta a Helí Ramírez como, y esto es clave tenerlo en cuenta, “un poeta que ha contado la historia de Medellín de los años sesenta y setenta y lo ha hecho con el tono de la gente pobre del barrio Castilla que se convirtió en el símbolo literario de todos los barrios populares de la ciudad. En sus poemas, transgrede normas gramaticales y se oyen las voces del obrero raso, del vendedor ambulante, de los rebuscadores de las esquinas, de los camajanes del viejo barrio Guayaquil y de los presidiarios. Su lenguaje es coloquial y se puede decir que Helí Ramírez es el iniciador de la literatura del Parlache […] (palabra asignada al lenguaje coloquial y cifrado del mundo del hampa de Medellín de la década de los ochenta) en una asombrosa epopeya de los héroes incógnitos, los que definen la identidad de las ciudades latinoamericanas.” 
[12] Ibíd. Juan José Hoyos también dirá en el artículo publicado por la Universidad EAFIT, Agencia de Noticias, “Ese Medellín de Fredy y de Helí… De colores y de palabras”, Cultura, 9 de octubre de 2012, que, refiriéndose al libro de Helí En la parte alta abajo (1979), “Apenas leí las primeras páginas, pensé que en nuestro país nadie había hablado de ese modo de los barrios de nuestras ciudades y de su gente: esos barrios encaramados en las montañas adonde no llegan los carros de la basura”. A lo que agrega: “Eran poemas con errores de ortografía que parecían cuentos y que hablaban de las cosas de todos los días en un lenguaje callejero, vivo, como hablaba la gente. Algunos parecían copiados de los muros. Al final me dije: por fin nuestros barrios tienen un poeta que es su propia voz”. En Tragaluz editores, “Novedad – Poemas Ilustrados: Helí Ramirez”, 2012, aseveran que Helí es “un poeta que ha sabido darle palabras precisas a la difícil y compleja realidad de las ciudades y barrios populares de Medellín” y que “siendo local, la poesía de Helí ubica la palabra sobre aquello que es de todos: el dolor, la tenacidad, la muerte, la esperanza, el desconsuelo, la amistad, el miedo. Desde la realidad de Medellín, dice con una voz madura y contundente aquello que viven millones de personas en toda Latinoamérica”.
[13] Helí Ramírez Gómez, En la parte alta abajo, Colección Basilisco, Editorial El Propio Bolsillo, Medellín, 1991, segunda edición. Y  acuarimántima Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012, págs.196-203. Ese mismo año, es decir, en 1978, en el número dieciséis, julio-agosto de la revista acuarimántima le publicarían a Helí un breve artículo-comentario titulado “acercamiento a la poesía de raúl henao”, acuarimántima Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012, págs.264-265. En este artículo Helí dice, refiriéndose en particular a la poesía del poeta colombiano Raúl Henao y en general a la concepción y forma de escribir poesía en Colombia hasta su momento, que “en este país de tantos “Poetas” y tan poca poesía, poquísima, es extraña una poesía con personalidad. Es extraña una poesía con luz propia”. Al margen de su propia opinión, esta hipótesis podría ser también aplicada a la poesía del mismo Helí: sin duda, su poesía es “una poesía con personalidad” poética singular, inusual y que, ante todo, brilla “con luz propia”.  
[14] Víctor Gaviria, “helí ramírez o la ausencia del descanso”,  acuarimántima, revista bimestral de poesía, número trece, enero-febrero, 1978 (puede encontrarse también en acuarimántima Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012, págs.210-214).
[15] Luis Fernando Macías, “Helí Ramírez, la gallada en la pluma”, acuarimántima Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, enero, 2012, págs.571-572.   
[16] Como lo declara Jaime Jaramillo Escobar, citado en Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango, “Ramírez, Helí”, http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/quien/quien18a.htm: “«El [barrio] bajo —situado por lo general en las [partes] altas— halla por primera vez cabal y vívida expresión en este poeta de tono conversacional, muy importante por ser el más travieso e informal de los poetas actuales, dominados por el esteticismo. Su aparición convoca de inmediato a algunos poetas diez años menores que él, quienes aceptan la propuesta e inician variables cultas del género, con más refinamiento pero con menos fuerza, o con fuerza pero sin color, y de todos modos guardando una distancia crítica con el tema, mientras que en la poesía de Helí Ramírez él es el actor, las cosas le suceden a él, y por eso puede hablar desde dentro de los acontecimientos, en el riesgo de los mismos, lo que le confiere dramatismo y autenticidad. Sus libros.., son importantes como dato y como poesía... Helí Ramírez era una voz necesaria para corregir rumbos. El mismo está cambiando, como lo muestra su obra, cada vez más compleja. Al final, la poesía antioqueña le deberá mucho».” Véase la referencia original en: Jaime Jaramillo Escobar (s.f.), “Medellín en la poesía”, Biblioteca Básica de Medellín, Epílogo sobre “La poesía en Antioquia”, especialmente la página 352. 
[17] Véase: John Henry Amariles Mejía, “’Los libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008, donde Helí asegura él “nunca” se ha “considerado… un demiurgo ni un chamán ni un escogido por Dios para ser vocero de una comunidad o de un pueblo o de un grupo”, es decir, escribir poesía no lo hace ni lo ha hecho un ser sobrenatural, divino o místico, por así decirlo. 
[18] Literatura Antioqueña Clásica y Contemporánea, Autores, “Helí Ramírez Gómez”, http://viztaz.com.co/litera/autores/r/ramigo.html.
[19] John Henry Amariles Mejía, “’Los libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008.
[20] Ibíd.
[21] Vivir en El Poblado, “En la parte alta abajo”, 18 de octubre de 2012, http://www.vivirenelpoblado.com/periodico/perfiles-y-reportajes/5475-en-la-parte-alta-abajo.
[22] acuarimántima Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012, págs.342-346. [Original de acuarimántima, revista bimestral de poesía, número veintiuno, mayo-junio, 1978]. También pueden encontrarse en: Helí Ramírez Gómez, En la parte alta abajo, Colección Basilisco, Editorial El Propio Bolsillo, Medellín, 1991, segunda edición. El último fragmento, y otros aquí incluidos, los poemas en general de que hacen parte, se publicó nuevamente en: Helí Ramírez Gómez, Cortinas Corridas, Cooperativa de Trabajadores del ISS, Antioquia, Editorial Lealon, Medellín, 1980.
[23] Juan José Hoyos, “Helí Ramírez - Poemas Iustrados”, Tragaluz editores S.A., Medellín - Colombia, 2012, “Posfacio”, págs.71-83.
[24] Óscar Jairo González Hernández, “Helí Ramírez: poesía y honestidad”, El Mundo, 10 de marzo de 2012.
[25] John Henry Amariles Mejía, “’Los libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008.
[26] Óscar Jairo González Hernández, “Helí Ramírez: poesía y honestidad”, El Mundo, 10 de marzo de 2012.
[27] Fragmentos de poemas tomados de: Helí Ramírez Gómez, En la parte alta abajo, Colección Basilisco, Editorial El Propio Bolsillo, Medellín, 1991, segunda edición. En otro poema, dice Helí: “Sensaciones en mi cerebro raras/ y cuenta me he dado/ que no vivo como pienso ni pienso como vivo…” (En la parte alta abajo, poema ‘IX’). Traigo a colación este fragmento de poema para señalar que, retomando las palabras de los redactores  de la revista acuarimántima (Elkin Restrepo, José Manuel Arango, Miguel Escobar, Daniel Winograd, Víctor Gaviria, Helí Ramírez, Juan José Hoyos y Anabel Torres), publicadas en el número veinticuatro-veinticinco, noviembre 1979 – febrero 1980, “ser moderno” en general, y en particular ser poeta en la modernidad, tiene que ver con enterarse y tomar consciencia de “la simple constatación de que hay un desnivel profundo entre las concepciones que tenemos de la vida, y la forma como la vida realmente funciona”: esto se ve reflejado, en cierta medida, en ese fragmento de verso -libre- contenido en el poema de Helí. Ver: acuarimántima Edición Completa, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín-Colombia, 2012, pág.394.  
[28] Laura María Giraldo García, “Personajes y oficios de calle y barrio. Una mirada sobre la poesía de Helí Ramírez”, Transeúnte No. 9, revista de opinión, arte y pensamiento, diciembre de 2012, págs.9-16, http://revistatranseunte.com/images/pdf/TRANSENTE%20Edicin%209.pdf
[29] El verso libre como forma poética. El uso de “recursos estilísticos”, lingüísticos, como el hipérbaton, los “puntos suspensivos”, “la repetición de fonemas”; también recicla y modela “onomatopeyas, personificaciones, símiles, metáforas, antítesis e hipérboles”, “isotopías”, “anáforas” y  “aliteraciones”… todo esto en el ámbito literario-poético, valga recalcarlo.       
[30] Ibíd.
[31] Jaime Jaramillo Escobar, Medellín en la poesía, Biblioteca Básica de Medellín, s.f. Epílogo “La poesía en Antioquia de 1753 a 1953”, p.315-354.
[32] Helí Ramírez Gómez, Cortinas Corridas, Cooperativa de Trabajadores del ISS, Antioquia, Editorial Lealon, Medellín, 1980.
[33] John Henry Amariles Mejía, “’Los libros matan, hermano’”, El Mundo, 11 de enero de 2008.
[34] Magno films, Medellín 2012. En: https://www.youtube.com/watch?v=iVPAUDpZuv8

1 comentarios:

Unknown dijo...

Se fue, pero dijo todo lo que tenía que contar.
No hablaba mucho, todo lo escribió...

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