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jueves, 24 de julio de 2014

LA ERA DE LA IGNORANCIA Charles Simic


Traducción de Carlos Ortega.





La ignorancia extendida rayando la idiotez es nuestra nueva meta nacional. No hay caso engañarnos y creer, como Thomas Friedman decía hace unos días, que la gente educada es el recurso más valioso de la nación. Claro que sí, pero será que todavía queremos eso? No me parece.  El ciudadano ideal de un estado políticamente corrupto, como el que tenemos ahora, es un idiota ingenuo que confunde la mierda con la pomada.
Una democracia funcional requiere un pueblo educado y bien informado,  un pueblo  poco manipulable que no se deje dirigir por nada que represente a cualquiera de los intereses particulares que manejan el país. Una democracia tal dejaría sin trabajo a nuestros políticos, a sus asesores y promotores, y a los flatulentos que se hacen pasar por los generadores de opinión.  Afortunadamente para ellos, nada tan catastrófico, aunque perfectamente bien merecido y necesario, puede llegar a pasar en el futuro próximo. Se gana más plata con los ignorantes que con los educados, y engañar a los americanos ignorantes es de las pocas industrias domesticas que aún nos quedan. Un público con educación de verdad sería perjudicial para los políticos y los empresarios. 
Tuvieron que pasar años de indiferencia y estupidez para hacernos tan ignorantes como lo somos hoy en día.  Cualquiera que haya sido profesor en los últimos cuarenta años, como yo, sabe muy bien que los estudiantes salen del bachillerato sabiendo cada vez menos.  Al principio era algo escandaloso, pero ya hoy no sorprende a ningún instructor que los jóvenes entusiastas que asisten a nuestras clases no posean la habilidad suficiente para entender buena parte de lo que les enseñamos. Enseñar literatura norteamericana, como me ha correspondido a mí, se ha vuelto cada vez más difícil porque los estudiantes leen muy poca literatura antes de las clases y no poseen la información histórica básica sobre el período en que fue escrita la novela o el poema, las ideas y los problemas que ocupaban a la gente de la época.
Incluso la historia regional se trata con displicencia. He descubierto por ejemplo que a los estudiantes que vienen de los pueblos de los molinos de Nueva Inglaterra nunca les contaron acerca de las famosas huelgas de sus ancestros, en las cuales se les disparaba a sangre fría a los trabajadores y nunca se encontraron los responsables.  No me sorprendió para nada que sus escuelas escondieran el tema deliberadamente, pero lo que me aterraba era que ni sus padres o abuelos o cualquier persona conocida cuando eran niños o jóvenes nunca les hubieran mencionado estos ejemplos de injusticia suprema. Ya fuese que sus familias nunca hablaran del pasado, o que los niños nunca prestaran atención cuando lo hacían.  Sea lo que sea, uno se enfrenta al problema de cómo remediar esta ignorancia galopante acerca de las cosas que se deberían saber o conocer, como las generaciones anteriores a ellos.
Esta falta de conocimiento es pues el resultado del proceso reiterado de demolición  del currículo escolar, sumado al hecho de que las familias ya no le hablan a sus hijos del pasado, y sin embargo contamos en la actualidad con un tipo de ignorancia mucho más perniciosa. Es el producto de años y años de polarización política e ideológica y el deliberado esfuerzo de los sectores más fanáticos e intolerantes en el conflicto por manufacturar más ignorancia, al mentir sobre muchos de los aspectos de nuestra historia e incluso sobre nuestro pasado reciente.  Me acuerdo que hace unos años quedé impresionado cuando leía que según las encuestas la  mayoría de los norteamericanos pensaban que Saddam Hussein estaba detrás de los ataques del 11 de Septiembre. Me sacudió como si fuera una proeza de la propaganda, todo un éxito que ni los peores regímenes autoritarios del pasado habían logrado –muchos de los cuales tuvieron que recurrir a trabajo forzado y a escuadrones armados para obligar a la gente a creer en alguna farsa, sin resultados comparables.
Sin duda, el internet y la televisión por cable han permitido que intereses de tipo político y corporativo difundan desinformación a escalas impensadas anteriormente, pero para hacerla creíble se necesita una población mal educada que no esté acostumbrada a verificar las cosas que les dicen. En qué otra parte del mundo llaman socialista a un presidente que decidió rescatar los grandes bancos con la plata de los ciudadanos y dejó que los demás perdieran 25 mil millones en inversiones, fondos de pensión, y propiedad inmobiliaria?
En el pasado nadie prestaba atención a las personas que no sabían nada de nada y que decían cosas sin sentido. Ya no más. Ahora, esas mismas personas son aduladas y cortejadas por políticos e ideólogos conservadores como “americanos de verdad” que defienden su  patria contra el gran gobierno y las élites liberales educadas. La prensa los entrevista y difunde sus opiniones seriamente sin apuntar la imbecilidad de sus creencias.  La prensa dependiente y charlatana, que manipula a estos personajes a favor de poderosos intereses financieros, sabe muy bien que pueden ponerlos a creer cualquier cosa, porque para los ignorantes y prejuiciados la mentira siempre suena mejor que la verdad:
Los cristianos son perseguidos en esta nación.
El gobierno les decomisa sus armas.
Obama es un musulmán.
El Calentamiento Global es una patraña.
El presidente fomenta la homosexualidad abierta en el ejército.
Las escuelas promulgan políticas de izquierda.
La Seguridad Social es un derecho, como las prestaciones sociales.
Obama odia a los Blancos.
La vida de la tierra tiene 10.000 años y el universo también.
La red de seguridad contribuye a la pobreza.
El gobierno toma tu dinero y se lo da a estudiantes lujuriosas
para que paguen su control de natalidad.

Se podrían listar así muchos más delirios del común de los norteamericanos que se mantienen en circulación gracias a los canales de medios religiosos y políticos de derecha, cuya función es la de fabricar una realidad alterna para su audiencia. “La estupidez es a veces la más grande de las fuerzas históricas”, dijo algún día Sidney Hook. No hay duda. Lo que tenemos en este país es la rebelión de mentes aburridas contra el intelecto. Es por eso que adoran a los políticos que despotrican contra los profesores que educan a los jóvenes con valores distintos a los de sus padres y se resienten contra aquellos que muestran alguna habilidad para pensar de manera seria e independiente. A pesar de sus rabietas, se puede confiar en que votan en contra de sus propios intereses, y por lo tanto, a mi juicio, es así que se gastan millones para mantener a mis conciudadanos en la ignorancia.


Marzo 20, 2012, 10:55 a.m.



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