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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Fragmento CANTO A MI MISMO

WALT WHITMAN 
(1819 – 1892) 
CANTO A MI MISMO 





Me celebro y me canto a mí mismo. 
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti, 
porque lo que yo tengo lo tienes tú 
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también. 
Vago…… e invito a vagar a mi alma. 
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra 
par ver cómo crece la hierba del estío. 
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí, 
de esta tierra y de estos vientos. 
Me engendraron padres que nacieron aquí, 
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí, 
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también. 
Tengo treinta y siete años.  Mi salud es perfecta. 
Y con mi aliento puro 
comienzo a cantar hoy 
y no terminaré mi canto hasta que me muera. 
Que se callen ahora las escuelas y los credos. 
Atrás.  A su sitio. 
Se cuál es mi misión y no lo olvidaré; 
que nadie lo olvide. 
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal, 
dejo hablar a todos sin restricción, 
y abro de par en par las puertas a la energía original de la naturaleza desenfrenada. 


II 
Las casas y los aposentos están cargados de perfumes, 
los estantes y los armarios están cargados de perfumes. 
Aspiro y me complazco en su fragancia, 
siento su influjo enervador, 
pero me rebelo………  Me rebelo y me escapo. 
La atmósfera no es un perfume. 
No tiene el gusto de las esencias; 
es inodora, 
está hecha para mi boca 
y yo lo absorbo y la adoro como a una novia. 
Iré a los repechos donde comienzan los bosques y me desnudaré para gozar enloquecido su contacto. 
Me gusta ver el vaho de mi aliento, 
las ondas del río, 
los hilos de seda que se cruzan entre los árboles, 
las horquillas donde descansa la vid. 
Me gusta oír los ecos, 
los zumbidos, los murmurios de la selva. 
Me gusta sentir el empuje amoroso de las raíces 
al través de la tierra, 
el latido de mi corazón, 
la sangre que inunda mis pulmones, 
el aire puro que los orea 
en inspiraciones y espiraciones amplias. 
Me gusta olfatear las hojas verdes 
y las hojas secas, 
las rocas negruzcas de la playa 
y el heno que se apila en los pajares. 
Me gusta oír el escándalo de mi voz, forjando palabras que se pierden en los remolinos del viento. 
Me gusta besar, 
abrazar 
y alcanzar el corazón de todos los hombres con mis brazos. 
Me gusta ver entre los árboles el juego de luces y de sobras cuando la brisa agita las ramas. 
Me gusta sentirme solo entre las multitudes de la ciudad, 
en las estepas 
y en los flancos de la colina. 
Me gusta sentirme fuerte y sano bajo la luna llena 
y levantarme cantando alegremente a saludar al sol. 
¿Qué creíais? 
¿Qué me conformaría con mil hectáreas de tierra nada 
más? 
¿Pensasteis que toda la tierra sería demasiado para mí? 
¿Para qué habéis aprendido a leer si no sabeís ya interpretar mis poemas? 
Quédate hoy conmigo, 
vive conmigo un día y una noche 
y te mostraré el origen de todos los poemas. 
Tendrás entonces todo cuanto hay de grande en la Tierra y en el Sol 
(existen además millones de soles más allá) 
y nada tomarás ya nunca de segunda ni de tercera mano, 
ni mirarás más por los ojos de los muertos, 
ni te nutrirás con el espectro de los libros. 
Tampoco contemplarás el mundo con mis ojos 
ni tomarás las cosas de mis manos. 
Aprenderás a escuchar en todas direcciones 
y dejarás que la esencia del Universo se filtre por tu ser. 


III 
He oído a unos juglares que hablaban del comienzo 
y del fin. 
Pero yo no hablo del comienzo y del fin. 
Nunca ha habido otro comienzo que éste de ahora, 
ni más juventud que ésta 
ni mas vejez que ésta; 
y nunca habrá más perfección que la que tenemos 
ni más cielo 
ni más infierno que éste de ahora. 
Instinto……. instinto…… instinto 
Instinto siempre procreando el mundo. 
De la sombra surgen los iguales que se contradicen y se complementan, 
la sustancia que se multiplica…… 
el sexo siempre, 
siempre una malla de identidades y diferencias……. y la preñez y el parto siempre. 
Inútil es querer perfeccionar. 
Esto lo saben ya los doctos y los indoctos. 
Firmes, 
clavados 
ligados, 
abrazados al mismo palo, 
resistiendo como caballos percherones, 
amorosos, 
altivos 
y eléctricos…….. 
¡yo y este misterio estamos aquí! 
Clara y tierna es mi alma. 
Y claro y tierno es mi cuerpo: 
todo lo que no es mi alma también. 
Si falta uno, faltan los dos. 
Y lo invisible se prueba por lo visible, 
hasta que lo visible se haga invisible y sea probado a su vez. 
En todas las edades el mundo ha dispuesto sobre lo 
bueno y lo malo. 
Pero yo que conozco la correspondencia exacta 
y la imparcialidad absoluta de las cosas, 
no discuto, 
me callo 
y me voy a bañar al río para admirar mi cuerpo. 
Hermoso es cada uno de mis órganos y mis atributos, 
y los de otro hombre cualquiera sano y limpio. 
No hay en mi cuerpo ni una pulgada vil; 
nobles son todos los átomos de mi ser 
y ninguno me es más conocido que los otros. 
Estoy satisfecho: 
veo, danzo, río, canto……. 
Cuando mi amante y fervoroso camarada, que ha dormido a mi lado toda la noche, 
se levanta y se va sigilosamente al amanecer, 
dejándome canastas, tapadas con blancos lienzos que llenan y alegran mi casa con su abundancia, las acep- 
to sin remilgos, 
sin preguntar de dónde vienen 
y sin ponerme a calcular lo que valen. 


IV 
Me rodean gentes nuevas, 
gentes que me acosan a preguntas…….. 
Me llegan recuerdos de mi infancia, 
de mi barrio, 
de la ciudad, 
de la nación; 
pienso en las grandes fechas, 
en los grandes sucesos, 
en los grandes inventos, 
en las nuevas empresas; 
en los autores (en los antiguos y modernos); 
me requieren la comida, 
los amigos, 
los vestidos; me preocupan los ademanes, 
las atenciones, 
las deudas. 
Me distraen la indiferencia real o fingida de las gentes que amo, 
las dolencias de mis parientes, 
mis propias dolencias, 
las malas acciones, 
la falta y la pérdida del dinero, 
el abatimiento 
y la exaltación. 
Me acongojan las batallas 
y los horrores de la guerra fratricida; 
me angustian las noticias inciertas 
y los acontecimientos definitivos…… 
Todas estas cosas llegan a mí de noche y de día, 
entran en mi vida, 
vienen y se van…….. 
¡pero yo no soy nada de esto! 
Yo estoy fuera de estos empujones 
que me traen y me llevan, 
Yo me quedo arriba 
alegre, ocioso, 
compasivo, 
viéndolo todo en panorama, 
mirando, erguido el mundo desde lo alto 
o apoyado el brazo sobre un sostén seguro, 
aunque invisible, 
esperando curioso, 
con la cabeza medio vuelta hacia un lado, 
lo que va a acontecer…… 
el acto siguiente. 
¡Yo estoy dentro y fuera del juego a la vez……. 
y lleno de asombro! 
Miro hacia atrás 
y me veo en la niebla discutiendo con satíricos y sofistas. 
Pero yo no he venido a disputar ni a escarnecer. 
Estoy aquí observando y…… ¡espero! 


Creo en ti, alma mía. 
Pero el otro que soy, no debe humillarse ante ti ni tú debes humillarte ante él. 
Deja las palabras, 
la música y el ritmo; 
apaga tus discursos; 
túmbate conmigo en la hierba. 
Sólo el arrullo quiero, 
el susurro 
y las sugestiones de la voz. 
¿Te acuerdas de aquella mañana transparente de verano? 
Estabas con la cabeza reclinada en mis rodillas y dulcemente te volviste hacia mí, 
abriste mi camisa 
y me buscaste con la lengua el corazón profundo. 
Después te alargaste hasta hundirte en mi barba, te estiraste 
y te adheriste a mí desde la cabeza hasta los pies. Conocí entonces la paz y la sabiduría que están más allá de las disputas de la tierra. 
Y ahora sé que la mano de Dios 
es la promesa de mi mano; 
que el espíritu de dios 
es hermano de mi espíritu; 
que todos los hombres nacidos en el mundo son mis 
hermanos también 
y que todas las mujeres son mis hermanas y mis amigas…… 
¡que un solo germen de la creación es amor! 
Infinitas son las hojas erguidas o marchitas del bosque, 
las hormigas oscuras que se afanan debajo de las hojas, 
las costras musgosas de la cerca, 
las piedras amontonadas; 
infinito el saúco, 
el gordolobo, 
la fitolaca. 



VI 
¿Qué es esto?, me dijo un niño mostrándome un puñado de hierba. 
¿Qué podía yo responderle? 
Yo no sé lo que es la hierba tampoco. 
Tal vez es la bandera de mi amor, tejida con la sustancia verde de la esperanza. 
Tal vez es el pañuelo de Dios, 
un regalo perfumado que alguien ha dejado caer con alguna intención amorosa. 
Acaso en alguno de sus picos ¡mirad bien! hay un nombre, 
una inicial 
por donde conozcamos a su dueño. 
Pienso también que la hierba es un niño, 
el recién nacido del mundo vegetal. 
¿O es un jeroglífico uniforme cuyo significado es nacer en todas partes: 
en las zonas pequeñas 
y en las grandes, 
entre los negros 
y los blancos, 
para darse a todos 
y para recibir a todos? 
¡Oh, hierba rizada, 
yo te trataré con cariño! 
Ahora me pareces la hermosa cabellera sin cortar del cementerio. 
Tal vez eres el vello que nace en el pecho de los adolescentes muertos, a quienes yo hubiese amado, 
las barbas de los ancianos, 
la pelusilla de los niños arrebatados prematuramente al regazo de las madres…… 
¡Me pareces el regazo de todas las madres del mundo! 
Sin embargo, esta hierba es muy oscura para ser la cabellera blanca de las madres cansadas, 
es más oscura que la barba incolora de los viejos, 
demasiado oscura para surgir de la roja y tierna bóveda de los paladares. 
Pero oigo tantas lenguas que gritan, 
tantas lenguas que no se articulan en la boca, 
tantas voces que no salen de los labios. 
¡Qué son estas voces! 
¡Cuál es su designio! 
Quisiera poder traducir lo que dicen de los jóvenes que se fueron para siempre en la mañana, 
de los viejos y de las madres que partieron en la tarde, 
y de los niños a quienes la muerte arrebató en la aurora. Dime: 
¿Qué piensas tú que ha sido de los viejos y de los jóvenes, 
de las madres y de los niños que se fueron? 
En alguna parte están vivos esperándonos. 
La hojita más pequeña de hierba nos enseña que la muerte no existe; 
que si alguna vez existió, fue sólo para producir la vida; 
que no está esperando ahora, al final del camino, para detener nuestra marcha; 
que cesó en el instante de aparecer la vida. 
Todo va hacia delante 
y hacia arriba. 
Nada perece. 
Y el morir es una cosa distinta de lo que algunos suponen. 
¡Y mucho más agradable!

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